Nuestra Eternidad Segura预览

Semana 2 - Día 1

Lectura: Juan 2:23–3:21

DEVOCIONAL: Juan 3:16–17

"Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo único para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él."

Nicodemo era un hombre inteligente y respetado. Era fariseo y miembro del consejo gobernante judío. Los fariseos eran miembros de los partidos políticos y religiosos más importantes e influyentes de Jerusalén y sus alrededores en ese momento. Eran conocidos por su estricto apego a las leyes del Antiguo Testamento. Nicodemo también era miembro del Sanedrín, que era el cuerpo legal, legislativo y judicial más alto entre los judíos.

Aunque Nicodemo conocía la ley del Antiguo Testamento, las prácticas religiosas y el clima político de su época, lo que no sabía ni entendía era quién era Jesús. Pero en lugar de ver a Jesús como una amenaza a su poder y forma de vida, Nicodemo reconoció que Jesús conocía el camino a la vida eterna. Mientras Jesús explicaba que Nicodemo, o cualquiera que quisiera obtener la vida eterna, necesitaba nacer del Espíritu, Nicodemo tuvo dificultades para entender, al igual que muchas de nosotras.

Solo podemos encontrar nueva vida en Jesucristo. Él es el Hijo de Dios y el único camino a la vida eterna. Jesús es el único que conoce y comprende las cosas del cielo. Ningún ser humano ha ido al cielo y regresado a la tierra para explicar estas cosas. En cambio, Dios envió a Su Hijo, Jesucristo, que residía en el cielo, para descender a la tierra y mostrarnos el camino a la vida eterna. La sabiduría de Dios sobre Sí mismo nos llegó a través de Él mismo, Jesucristo. Jesús es Dios y ha venido a nosotras para que lo conozcamos.

Jesús vino a la tierra para que los que creen en él tengan vida eterna. La vida eterna significa más que una vida sin fin. Describe una vida que es muy diferente de lo que podemos imaginar porque existe en el nuevo reino de Dios con una comunión constante e ininterrumpida con Dios. Jesús vino para darnos esta vida, no para condenarnos. Vino para que tengamos vida cuando creemos en él. Vino a salvarnos. Cuando creemos en Él, recibimos esta comunión interminable e ininterrumpida con Dios por toda la eternidad.

En este punto del Evangelio de Juan, no se nos dice si Nicodemo eligió creer en Jesús esa noche. Pero a través de la pregunta de Nicodemo, todos los lectores de Juan (incluidas nosotras) se enfrentan a la misma pregunta: ¿Crees que Jesús es el camino a la vida eterna? ¡En lugar de buscar la oscuridad por temor a ser expuestas o la vergüenza, busquemos la luz, donde no encontraremos juicio y condenación, sino vida eterna!