No Estás LejosEgzanp

El contexto del milagro que sucede en este relato es casi tan notable como el milagro mismo.

Jesús va camino a Jerusalén. Tiene una cita con el destino. Va en camino a “dar su vida en rescate por muchos”. En el camino, les informa a sus discípulos qué esperar una vez que lleguen. Será arrestado, golpeado y ejecutado. Decir que tenía muchas cosas en la cabeza se queda muy corto. Esto es lo que sucedió después:

Jesús y sus discípulos iban saliendo de la ciudad de Jericó, seguidos por una gran multitud. Junto al camino estaba sentado un mendigo llamado Bartimeo, que era ciego. Cuando supo que Jesús de Nazaret estaba ahí, comenzó a gritar y a decir: «Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!» Muchos le pedían que se callara, pero él gritaba con más fuerza. Entonces, Jesús se detuvo y mandó que lo llamaran. Después de hablar con él y preguntarle lo que quería, Jesús lo sanó.

¿Lo ves?

Jesús se detuvo.

Cuando abrazamos los valores del reino de Jesús, nos detendremos más a menudo. Nos detendremos por aquellos que no pueden hacer nada por nosotros o pagarnos lo que hacemos por ellos. Nos detendremos por aquellos que ni por error se detendrían por nosotros.

Estemos atentos a una oportunidad para detenernos hoy.