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Enfrentar el paganismo

Nehemías sirvió como creyente en Dios en un gobierno pagano. Era humilde y respetuoso con el rey, pero el debido temor a su rey no le impidió actuar para salvar a su pueblo. Oró a Dios e hizo una petición al rey, pidiéndole permiso para ir a reconstruir Jerusalén. También solicitó cartas que podría presentar a varios gobernadores como salvoconducto, e incluso una subvención para materiales de construcción.

No todos los gobernadores paganos se mostraron optimistas hacia Nehemías y sus planes. De hecho, algunos se resistieron ferozmente a ellos. Cuando Sanbalat el horonita y Tobías el amonita se enteraron de sus esfuerzos, se sintieron profundamente perturbados porque un hombre había venido a buscar el bienestar de los hijos de Israel.

Cuando Nehemías se dispuso a reconstruir, sus enemigos se rieron de él y lo despreciaron. Sin embargo, Nehemías no permitió que sus críticos determinaran su agenda. La tentación de Nehemías habría sido permitir que los paganos alteraran los planes y que participaran de la misión en una iniciativa conjunta. Eso habría aliviado la carga sobre su propio pueblo y le habría conseguido el aplauso tanto de los judíos como de los paganos. Pero a Nehemías no le importaban los aplausos de los hombres y no estaba dispuesto a comprometer la misión que había emprendido para Dios.

En lugar de preocuparse por satisfacer a los paganos, Nehemías se centró en las reformas necesarias para su propio pueblo. El paganismo que temía Nehemías no era el de los paganos, sino el de su propio pueblo. El paganismo fuera del campamento no amenazaba tanto a Israel como el paganismo dentro del campamento. 

Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios

¿Estás buscando el aplauso de los hombres en lugar de la aprobación de Dios?