Navidad: el corazón de Dios envuelto en un fajadoPrimjer

  Al mundo paz

  ¡Jesús vino! Fue anunciado de la manera menos común, a unos pastores que estaban en los campos que rodeaban Belén. Un mensajero angelical proclamó la gozosa noticia de la venida del Mesías, calmando a los aterrados pastores con las palabras: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo”. El clamor de Isaac Watts, “Al mundo paz, nació Jesús”1 (como declara su villancico perpetuamente popular), continúa

[1] De dominio público, texto: Isaac Watts, 1719; basado en el Salmo 98  declarando la gozosa proclamación de ese mensajero celestial.

Quizá se pregunte cuándo fue el día original de la Navidad, y muchos lo hacen, pero la fecha no importa. Si el día real del nacimiento del Señor tuviera alguna influencia en nuestra relación con Él, los Evangelios nos habrían dicho cuándo fue realmente. Lo que es más importante que el día en que Él vino es la realidad de que Él vino.

Se han establecido varias celebraciones a mitad del invierno para héroes y dioses paganos a lo largo de los siglos. Sus festivales han ensalzado a deidades ilegítimas, desde el Solsticio de invierno hasta Saturnalia, incluso al dios del Sol pagano, y muchos otros. De modo similar, los antiguos griegos propagaron sus sangrientas tradiciones a Dionisos, pero el nombre de Jesús ha vencido cada una de esas “contaminaciones del calendario”. La verdad es que la llegada de Cristo ha borrado toda esa gloria y recuerdo ilícitos pese a lo que es venerado, ¡porque cada día es de Él! ¿Cuál es la fama de santos, dioses y grandes hombres comparada con la gloria de Cristo? La Navidad es reconocida incluso por naciones que apenas saben nada sobre Él. No es extraño que al término del siglo XX, “Al mundo paz” fue el himno navideño más publicado en Norteamérica. Las buenas noticias de la venida del Salvador siguen siendo “nuevas de gran gozo”.