¿Qué es la Navidad, realmente?

Ayer te conté que una predicación cambió mi manera de ver la Navidad. Pero… ¿qué es exactamente lo que hace que esta temporada sea tan especial para los hijos de Dios?

Mi pastor explicó algo que me quedó grabado para siempre: La Navidad debe llenarnos de alegría, no por la época en sí, sino por lo que simboliza: la llegada de nuestro Salvador.

Y aunque suene obvio, para mí no lo era. Yo conocía la historia, pero nunca la había mirado así: Belén es el comienzo de la esperanza que celebramos en la resurrección.

El niño en el pesebre se convirtió en el Rey en la cruz. El Salvador que vino a estar con nosotros… sigue con nosotros.

Navidad significa esto:

Dios se acerca. Dios nos entiende. Dios nos salva. Dios camina con nosotros.

Lo más genial es que no solo “Dios por encima”. No solo “Dios creador”. No solo “Dios soberano”. Es Dios con nosotros. Aquí. Ahora. En lo cotidiano.

En medio de un mundo lleno de ansiedad, malas noticias, incertidumbre económica, preocupaciones familiares y noches sin dormir, el verdadero significado de la navidad nos susurra: No tengas miedo. Yo estoy contigo. (Dime que esto no te explota la mente, o en buen spanglish: Mind Blowing!)

No sé si te pasa, pero muchas veces me parezco a mí misma cuando era pequeña… cuando ensayaba algo y al momento de hacerlo frente a otros, mi voz temblaba. No era que no supiera lo que tenía que decir; era que las emociones me ganaban. Y todavía hoy me pasa. Sé la frase correcta: “No temas”. Pero a veces mi corazón responde: “Señor, estoy asustada”. Y Jesús no me regaña por eso. Se acerca. Porque Belén nos recuerda que Dios entiende nuestras emociones, incluso las que no sabemos manejar. Ahí es donde Navidad entra como un bálsamo: no con brillos, no con villancicos, no con coquito ¡sin alcoho! (Ponche puertorriqueño)… sino con Cristo.

Al final es la esencia: Cristo es la Navidad. Cristo es la buena noticia. Cristo es la esperanza que no cambia.

La historia de Belén nos recuerda que no hay complicación que Dios no pueda usar para traer esperanza: un viaje forzado, una posada llena, una noche inesperada… y aun así, ahí nació la Promesa.

Y si Dios pudo obrar entre complicaciones, también puede obrar en las tuyas.

Jesús, gracias por acercarte. Gracias por no ser un dios distante, sino El Dios presente. El Dios con nosotros. Permite que esta Navidad no sea ruido más, sino encuentro contigo. No sea tradición, sino transformación.
Amén.

Contesta esta preguntas en tus notas:

¿Qué complicación en tu vida necesitas confiarle a Jesús, sabiendo que Él está contigo?