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Lejos de Casa, Cerca de DiosMuestra

Lejos de Casa, Cerca de Dios

DÍA 2 DE 3

Prospera en tierra ajena

El pueblo de Israel fue llevado cautivo a Babilonia. No llegaron por elección; llegaron porque la desobediencia los condujo allí. Estaban lejos de casa, rodeados de un idioma, costumbres y leyes que no entendían. Habían perdido su templo, su libertad y su sentido de pertenencia.

A veces, nosotros también llegamos a lugares donde no planeábamos estar. Quizá fue una decisión difícil, un cambio inesperado o las circunstancias de la vida que nos empujaron a comenzar de nuevo en otro país.

Dios, a través del profeta Jeremías, envió una carta a su pueblo en el exilio. Sus palabras fueron sorprendentes:

“Edifiquen casas y hagan planes para quedarse. Planten huertos y coman del fruto que produzcan. Cásense y tengan hijos... Y trabajen por la paz y prosperidad de la ciudad donde los envié al destierro. Pidan al Señor por la ciudad, porque del bienestar de la ciudad dependerá el bienestar de ustedes” (Jeremías 29:5–7 NTV).

¡Qué mensaje tan inesperado para un pueblo que solo quería volver a casa! Dios no les dijo “resistan un poco más”, sino “vivan plenamente donde están”.

A muchos inmigrantes nos cuesta aceptar esta palabra. Nos sentimos divididos entre dos mundos: el país que dejamos y el que ahora habitamos. Llevamos el corazón partido entre nostalgia y esperanza. Extrañamos los sabores, los abrazos, las fiestas, la tierra. Pero el mensaje de Dios es claro: también donde estás ahora puedes florecer.

Florecer no significa olvidar tus raíces, sino permitir que la fe eche nuevas raíces donde Dios te ha plantado. Él no se limita a una geografía; su presencia no tiene fronteras.

Jeremías 29:11 es uno de los versículos favoritos de muchos:

“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza” (Jer. 29:11 NTV).

Qué hermoso recordar que esas palabras fueron dichas a personas en cautiverio, a gente cansada y desanimada. En medio de la tristeza y el desarraigo, Dios seguía teniendo un propósito. No los había olvidado. Tampoco te ha olvidado a ti.

Luego añadió:

“En esos días, cuando oren, los escucharé. Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme” (Jeremías 29:12–13 NTV).

Dios no prometió una vida fácil, pero sí una relación constante. Les aseguró: “Allí donde están, me pueden encontrar". Y esa promesa también es tuya.

Quizá hoy trabajas duro, vives con incertidumbre o sientes que solo estás “de paso”. Pero Dios te invita a echar raíces, a servir con amor, a crear comunidad, a orar por el bienestar del país y de la ciudad donde ahora estás. Porque cuando tú oras por su bienestar, el tuyo también florece.

Donde Dios te ha puesto, puedes prosperar en Él. No por tus fuerzas, sino porque su favor te acompaña.

Reflexión:

¿Cómo puedes “florecer” en el lugar donde estás, en lugar de vivir esperando volver o que las cosas cambien? Quizá sea sirviendo en tu comunidad, apoyando a otros inmigrantes, o simplemente agradeciendo por lo que hoy tienes en tus manos.

Oración:

Señor, ayúdame a ver el lugar donde estoy como parte de tu plan. Enséñame a sembrar esperanza, a servir con amor y a confiar en que, donde me has puesto, puedo prosperar en Ti.

Amén.

Acerca de este Plan

Lejos de Casa, Cerca de Dios

Ser inmigrante está lleno de desafíos y emociones encontradas: enfrentas miedo, nostalgia e incertidumbre. Este devocional de tres días te guía a través de las historias de Abraham, el pueblo de Israel y Jesús, mostrando cómo Dios acompaña a quienes viven como minoría en países extranjeros. Encuentra aliento para florecer, valentía para avanzar y consuelo en la promesa de que tu verdadera ciudadanía y hogar están siempre en Dios.

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Nos gustaría agradecer a Lu Mackey por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: lumackey.com