Dolor O SufrimientoMuestra

Sí, dolor y sufrimiento. Y quizás te preguntes: ¿por qué hablar de esto? Porque todos, en algún momento, nos hemos sentido atrapados en situaciones que nos duelen, momentos donde nos preguntamos si habrá salida. No hablo de estar encerrados en un “escape room”, sino en la vida misma, cuando sentimos que no hay esperanza ni cambio posible. Pero hay una verdad que, aunque no nos guste, debemos aceptar: el dolor es parte de la vida, mientras que el sufrimiento es una decisión.

El autor Philip Yancey, junto con el doctor Paul Brand, relata en uno de sus libros – El don del dolor- la experiencia de Brand al trabajar con pacientes de lepra en las montañas de Nepal. Descubrió que lo primero que les afectaba a los pacientes con esta enfermedad, eran sus terminaciones nerviosas, de tal forma que ellos no sentían dolor y él se daba cuenta de esto porque caminaban largas horas descalzos hasta que, al llegar, el médico notaba que algunos ya no tenían la planta de sus pies porque habían caminado descalzos. El problema no era la carne que se caía, sino la pérdida de sensibilidad: los enfermos no sentían dolor.

Así pasa con nosotros. Hemos aprendido a huir del dolor, sin darnos cuenta de que Dios puede usarlo para transformarnos. El dolor despierta, el sufrimiento adormece. El primero te lleva a asumir responsabilidad; el segundo te encierra en la queja, en la culpa y en el papel de víctima. El dolor te conecta con tu alma; el sufrimiento, con tu ego.

El sufrimiento es una opción que tomamos cuando nos quedamos estancados en el dolor. Vivimos en una sociedad analgésica, donde se hace todo lo posible por evitar el sufrimiento. Los analgésicos son de los medicamentos más vendidos en el mundo, porque no queremos sentir dolor. Sin embargo, el dolor es una señal divina: nos indica que algo no está bien.

El dolor es tu aliado: te muestra en qué áreas necesitas trabajar y sanar con amor. El sufrimiento, en cambio, te paraliza y te hace esperar que alguien más solucione lo que solo tú, con Dios, puedes transformar (Proverbios 17:3).

Cada persona experimenta el dolor de manera diferente: algunos en sus relaciones, otros en las finanzas, en el trabajo, en la familia o en la enfermedad. Pero lo importante es no quedarse allí. El dolor es inevitable; permanecer en él, es una elección.

Dios no quiere que desperdiciemos el dolor, sino que aprendamos de él. A través de las heridas, Él nos enseña, moldea y fortalece. Mis momentos más profundos con Dios han sido en medio del sufrimiento. Allí Su presencia se hace más real y Su voz más clara (Salmos 119:71).

El rey David lo vivió. Huyó a la cueva de Adulam, rodeado de hombres endeudados, afligidos y amargados, el Rey David fue una de esas personas que supo de primera mano lo que era estar en dolor y estar en desesperanza, pero también creo que David supo lo que es perseverar, avanzar, vencer y conquistar:

“Entonces David salió de Gat y escapó a la cueva de Adulam. Al poco tiempo sus hermanos y demás parientes se unieron a él allí. Luego, comenzaron a llegar otros—hombres que tenían problemas o que estaban endeudados o que simplemente estaban descontentos—, y David llegó a ser capitán de unos cuatrocientos hombres”. (1 Samuel 22:1-2 NTV)

En ese lugar oscuro, Dios forjó un corazón conforme al Suyo. Sí, el dolor es inevitable. Pero el sufrimiento es opcional. Permite que Dios use tu dolor como el cincel que moldea tu carácter y te conduce a una fe más profunda y una esperanza más firme.