La Navidad Y La Nueva CreaciónMuestra

El Primogénito de Dios

El nacimiento del Niño Jesús culminó con su presentación en el templo, un evento narrado en el Evangelio de Lucas, capítulo 2, versículos 21 al 24. Ocho días después, José y María cumplieron dos preceptos fundamentales de la Ley: la circuncisión, que simbolizaba la alianza de Dios con el pueblo de Israel establecida con Abraham, y la consagración del primogénito al Señor, tal como se ordena en Éxodo 13.

La ley de la consagración tenía sus raíces en la liberación de Egipto. En la última de las diez plagas, Dios perdonó a los primogénitos israelitas al ver la sangre del cordero en los dinteles de sus casas, dando inicio a la Pascua. Por esta razón, todo primer hijo de Israel pertenecía a Dios y debía ser rescatado (Éxodo 13:13). María y José, siendo una pareja humilde, llevaron la ofrenda de dos tórtolas o dos pichones, conforme lo indicaba la Ley.

Sin embargo, este gesto sencillo escondía una profunda revelación. El Niño que estaba siendo rescatado era, en realidad, el verdadero Cordero. La Ley permitía que un animal muriera en lugar del hijo; pero Jesús, el Primogénito de Dios, el Cordero sin mancha, no sería librado. Sería sacrificado en la cruz, no por sus propios pecados —pues nunca pecó—, sino por los pecados de toda la humanidad.

Esta escena revela que Dios sigue interesado en la creación, en el tiempo y en la historia. La circuncisión y la consagración muestran que la materia no es un obstáculo, sino el escenario de la alianza de Dios y un instrumento de su gracia. El Hijo de Dios no vino a abolir el mundo, sino a consagrarlo. La Navidad, por lo tanto, no es solo el recuerdo de un nacimiento, sino el comienzo de una nueva humanidad. Somos aceptados como hijos porque llevamos la marca de la sangre de Cristo, el Primogénito.

Hoy, reconoce en Jesús —el Cordero sin mancha, el Primogénito de Dios que te rescató— la plenitud de la redención. Invítalo a ser el primero en cada área de tu vida, consagrando a Él tu tiempo, tus talentos y tu visión del mundo, para que tu vida refleje la marca de su redención y la gloria de la Nueva Humanidad.