La Navidad Y La Nueva CreaciónMuestra

El Descendiente Prometido
Era solo una joven que vivía en un jardín de belleza y abundancia. Pero un día, Eva escuchó a la serpiente y comió del fruto prohibido; Adán hizo lo mismo. El mal entró en la historia y dañó no solo el corazón humano, sino toda la creación. El Creador pronunció juicio: enemistad entre la descendencia de la serpiente y el descendiente de la mujer; dolores de parto; trabajo arduo; la pérdida de la comunión con Dios. Un animal tuvo que morir para cubrir la desnudez; la pareja fue expulsada del jardín.
No obstante, en su gracia soberana, Dios no abandonó su obra. En medio del juicio, Él proclamó una promesa: de la descendencia de la mujer vendría Aquel que aplastaría la cabeza de la serpiente. Esa promesa atravesó los siglos —desierto, exilio, reyes— hasta que, en Nazaret, otra joven escuchó una voz: «¡Alégrate, tú que eres muy favorecida! El Señor está contigo» (Lucas 1:28 NVI). Ahora las palabras no eran de maldición, sino de bendición; ella recibía gracia, no ira. “Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (v. 31). La dolorosa experiencia del parto sería el medio por el cual vendría quien traería la salvación. María conocía el peso y la promesa de ese nombre.
La Navidad es el punto en que el cielo toca la tierra: el Creador regresa a su creación. En el vientre de María, el Autor de la vida se deja moldear por un cuerpo humano. Aquel que formó el polvo ahora respira, llora y sonríe; la eternidad visita el tiempo; el suelo común se vuelve sagrado.
Cristo no vino a anunciar una esperanza abstracta: vino a restaurar los cielos y la tierra. La encarnación inaugura la nueva creación: el trabajo, el arte, la amistad, el cuerpo y la ciudad pueden florecer nuevamente porque el Verbo habitó entre nosotros. Pero esta restauración también exige una respuesta: cuando recibimos a Jesús con fe y arrepentimiento, el Espíritu inicia en nosotros la vida nueva del Reino. El Dios que vino a habitar entre nosotros desea habitar en nosotros.
Hoy, agradece al Padre por cumplir su Promesa en la encarnación de Cristo. Pídele al Espíritu que habite en ti, renovando tu fe y tu vida, para que participes activamente en la restauración de la Nueva Creación en tu cotidianidad.
Acerca de este Plan

La Navidad es más que una fecha conmemorativa: es el momento en que el Creador entra en su propia creación para restaurarla. A lo largo de cinco breves devocionales, serás guiado a contemplar a Cristo que viene, al Rey que sirve, al Pastor que guía, al Cordero que se entrega y a la Luz que jamás se apaga. Que este recorrido reavive en ti la certeza de que el Evangelio no solo salva, sino que también restaura todo lo que el pecado ha herido, alcanzando cada esfera de la existencia y sometiendo toda la vida al señorío de Cristo.
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Nos gustaría agradecer a Vitral Podcast por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: keepo.io/vitralpodcast









