Pedro: Un Corazón Imperfecto en Manos Del MaestroMuestra

Día 2: Valentía que se hunde
El relato de Pedro caminando sobre las aguas es uno de los episodios más impactantes y humanos del Nuevo Testamento. Nos muestra el increíble poder de la fe… y también la fragilidad del corazón humano. La escena se desarrolla en medio de una tormenta. Los discípulos están en la barca, el viento es contrario y la oscuridad los rodea. En ese contexto difícil y aterrador, Jesús aparece caminando sobre las aguas. Al principio creen que es un fantasma, pero cuando Jesús les dice “No temáis, soy yo”, Pedro hace algo impensado: le dice, “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas”.
Aquí vemos el corazón valiente de Pedro. Muchos lo critican por hundirse después, pero no podemos olvidar que fue el único que se atrevió a salir de la barca. En medio de la tormenta, él se atrevió a creer que si Jesús lo llamaba, entonces él también podía caminar sobre lo imposible. Eso es fe: atreverse a responder al llamado de Jesús aunque el entorno sea amenazante y todo lo demás grite “esto no es posible”.
Pedro no pidió caminar sobre las aguas por vanagloria, sino para acercarse a Jesús. Su motivación era pura. Y cuando Jesús le dijo “Ven”, Pedro salió de la barca… y caminó. Lo hizo. Lo que ningún otro se atrevió a intentar, Pedro lo vivió. Pero luego, al ver el fuerte viento, tuvo miedo. El temor reemplazó la fe. Sus ojos, que estaban fijos en Jesús, se desviaron hacia las circunstancias. Y entonces comenzó a hundirse.
Esta parte nos refleja profundamente. ¿Cuántas veces hemos comenzado algo con fe, movidos por la voz de Dios, solo para que luego el miedo, las dudas o las circunstancias difíciles nos hagan tambalear? Como Pedro, quizás empezamos bien, pero el ruido del entorno nos desvía. El problema no fue el viento, sino que Pedro dejó de mirar a Jesús. La fe necesita enfoque. Cuando quitamos la mirada del Autor y Consumador de nuestra fe, empezamos a ahogarnos en la incertidumbre.
Pero lo más hermoso de este pasaje no es solo que Pedro caminó, ni siquiera que dudó, sino que cuando comenzó a hundirse, clamó: “¡Señor, sálvame!”. Y Jesús, de inmediato, extendió su mano y lo sostuvo. No lo dejó solo. No lo reprendió primero. No lo dejó hundirse para que aprendiera la lección. Lo rescató. Y luego, juntos, caminaron de vuelta a la barca.
Jesús no busca perfección, busca corazones que confíen. Él honra la fe imperfecta más que la pasividad cómoda. Pedro falló, sí, pero caminó. Los otros once se quedaron seguros, pero no experimentaron el milagro. Pedro aprendió una lección que solo se vive fuera de la barca: que Jesús es más grande que las olas, y que aunque te hundas, Él siempre está listo para sostenerte.
Oración:
Señor, muchas veces he sentido el impulso de salir de la barca, de hacer lo que me pides, pero el miedo me ha paralizado. Hoy quiero aprender de Pedro. Quiero atreverme a dar pasos de fe, aunque el viento sople fuerte. Y si en el camino dudo o me hundo, recuérdame que Tu mano está lista para levantarme. Enséñame a mantener mis ojos puestos en Ti, y no en el temor. Amén.
Escrituras
Acerca de este Plan

Todos hemos sido como Pedro: impulsivos, apasionados, pero también temerosos e inconstantes. Hemos prometido fidelidad a Dios y luego lo hemos negado con nuestras acciones. Este devocional de 5 días te llevará por el viaje de Pedro: desde su llamado lleno de dudas hasta su restauración y transformación en una roca firme. Aquí encontrarás esperanza tras la caída, gracia en la debilidad y dirección para comenzar de nuevo. La historia de Pedro nos recuerda que Dios no busca perfección, sino disposición, y que toda herida puede volverse testimonio.
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Nos gustaría agradecer a Estudiando con Alma por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/estudiandoconalma?igsh=MWVoajNvdnVoMnFyMA==









