La paz incomprensible: el regalo de Dios

«Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús» (Fil 4:7).

Confieso que siempre deseé que Pablo hubiera escrito este versículo diferente; algo así como: «Y el poder de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, en un abrir y cerrar de ojos, hará que todas tus pruebas y aflicciones desaparezcan». Pero Dios, en su infinita sabiduría, no promete eliminar nuestros problemas. Promete algo mucho más poderoso: su paz en medio de ellos.

Esta no es cualquier paz. Pablo la describe con tres características extraordinarias que desafían nuestra lógica humana. Primero, es «la paz de Dios» —no una paz fabricada por técnicas de relajación o negociaciones humanas, sino una paz que emana del trono mismo de Dios. Es la misma paz que los ángeles proclamaron: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace» (Lc 2:14). Es paz celestial inyectada en circunstancias terrenales.

Segundo, «sobrepasa todo entendimiento». El término griego indica algo que está muy por encima de nuestra mente, que supera nuestro intelecto y trasciende nuestra capacidad de razonamiento. No es irracional, pero sí sobrenatural. Es esa paz que hace que otros te miren en medio de tu crisis y pregunten: «¿Cómo puedes estar tan tranquilo?». Y honestamente, ni tú mismo puedes explicarlo completamente. Solo sabes que Dios está contigo.

Tercero, esta paz «guardará sus corazones y sus mentes». El término «guardará» es militar (phroureo), que significa montar guardia, proteger como una guarnición armada protege una ciudad. La paz de Dios no es pasiva; es un centinela activo que vigila las puertas de tu corazón y tu mente, impidiendo que la ansiedad, el temor y la desesperación entren a saquear tu vida interior.

Imagina un soldado medieval perseguido por enemigos, corriendo desesperadamente hacia su fortaleza. Los enemigos se multiplican, lo rodean, pero él alcanza a entrar al fuerte justo cuando bajan el puente levadizo. Ahora, desde dentro de la fortaleza, mira a los mismos enemigos. Siguen allí, pero su perspectiva ha cambiado radicalmente. Está viendo la amenaza a través de la protección de gruesos muros. Los enemigos no desaparecieron, pero perdieron su poder de destruirlo.

Así es la paz de Dios. Tu situación económica puede seguir siendo precaria, pero ya no te quita el sueño. El diagnóstico médico sigue siendo el mismo, pero ya no paraliza tu corazón. El conflicto familiar persiste, pero ya no envenena tu alma. La misma prueba que ayer te enfermaba, hoy, después de presentarla ante Dios en oración con fe, ha perdido su poder de agobiarte.

Esta paz transforma tu perspectiva. Un cáncer se ve diferente. Una crisis económica se ve diferente. La rebeldía de un hijo, la soledad, el desempleo, todo se ve diferente cuando lo miras a través de la paz protectora de Dios. Como Pablo escribió a los Corintios: «Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos» (2 Co 4:8-9).

Versículo para memorización

«Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús» (Fil 4:7).

Medita en este versículo durante el día. Escríbelo y colócalo donde puedas verlo frecuentemente. Cada vez que la ansiedad intente invadir tu mente, recuerda que la paz de Dios está montando guardia.

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Adelanto del día siguiente: Mañana culminaremos nuestro viaje descubriendo el lugar más seguro del universo: lo que significa estar «en Cristo Jesús».