El lugar más seguro: en Cristo Jesús

«...guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús» (Fil 4:7b).

Pablo podría haber terminado el versículo diciendo que la paz de Dios guardará nuestros corazones, y punto. Pero añade tres palabras que cambian todo: «en Cristo Jesús». Estas tres palabras contienen el secreto de la vida cristiana victoriosa y son la culminación perfecta de este pasaje sobre vencer la ansiedad.

En el idioma griego, la preposición «en» es pequeña pero poderosa. Implica tres dimensiones simultáneas de nuestra relación con Cristo. Primero, ubicación: estamos posicionados al lado de Cristo, en su presencia inmediata. No es como el turista que se toma una foto con el guardia inmóvil del Palacio de Buckingham. Es estar al lado de Alguien que está vivo, que responde, que interactúa contigo.

Segundo, relación: estar «en Cristo» implica una esfera de intimidad. Como cuando decimos «están en amor» —no es un lugar físico, es un estado de ser. Vivimos, nos movemos y existimos dentro de una relación vital con Cristo. Él nos conoce por nombre, escucha nuestras oraciones, siente nuestros dolores, celebra nuestras victorias.

Tercero, instrumentalidad: estamos en Cristo no porque lo logramos o lo merecimos, sino porque Él nos llevó allí. Como diríamos coloquialmente, «porque a Él le dio la gana». Es pura gracia. Cristo mismo nos buscó, nos rescató, nos adoptó y nos posicionó en Él.

Este es el clímax del pasaje. La paz de Dios no nos protege en un búnker aislado o en una burbuja temporal. Nos guarda en el único lugar del universo donde somos absolutamente invulnerables: en Cristo Jesús. Como Pablo proclamó triunfalmente en Romanos: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?... Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Ro 8:35-39).

Cuando entendemos que estamos «en Cristo», todo el pasaje de Filipenses 4:6-7 cobra un nuevo significado. No es una técnica de manejo de estrés, es una realidad espiritual. No es psicología positiva, es posición en Cristo. No es el poder del pensamiento positivo, es el poder de estar posicionado en el Todopoderoso.

La secuencia es perfecta e inalterable: La ansiedad nos lleva a la oración. La oración trae la paz de Dios. La paz de Dios nos guarda en Cristo Jesús. Y en Cristo Jesús encontramos que ninguna ansiedad puede prevalecer, ningún temor puede vencer, ninguna preocupación puede destruir. No porque seamos fuertes, sino porque estamos en Él que es invencible.

Si lees este pasaje al revés, desde el final hacia el principio, encuentras el evangelio: Si estás en Cristo Jesús, tu mente y corazón disfrutarán de la protección del Dios del universo. Una paz sobrenatural te gobernará siempre que traigas todas tus cargas en oración. Y comprobarás que nada en la tierra podrá distraerte, preocuparte o alejarte de Él.

Acción para compartir el mensaje

Hoy, comparte con alguien que esté pasando por ansiedad lo que has aprendido esta semana. Puedes:

• Enviar uno de los versículos que hemos estudiado con una nota personal de aliento.
• Compartir tu testimonio de cómo Dios te ha dado paz en medio de tus pruebas.
• Ofrecer orar específicamente por las peticiones de esa persona.
• Invitarla a hacer juntos este plan devocional.

Conclusión

Durante estos cinco días, hemos desempacado dos versículos que muchos conocemos de memoria pero que pocas veces aplicamos con poder. Hemos aprendido que la ansiedad (merimnao) es más que preocupación: es una mente fragmentada que necesita ser unificada en Dios. Descubrimos que no hay territorio neutral entre la ansiedad y la oración; son mutuamente excluyentes. Aprendimos a ser específicos en nuestras peticiones, presentándolas con lujo de detalles ante nuestro Padre. Experimentamos la promesa de una paz sobrenatural que monta guardia sobre nuestros corazones. Y finalmente, entendimos que todo esto es posible porque estamos posicionados en el lugar más seguro del universo: en Cristo Jesús.

El reto ahora es vivir estas verdades diariamente. Cuando la ansiedad toque a tu puerta (y lo hará), recuerda: tienes una opción. Puedes dejar que fragmente tu mente, o puedes transformarla en oración. La decisión es tuya, pero el poder es de Dios. Mantente ocupado orando, no preocupado viviendo. La paz de Dios está esperando guardar tu corazón y tu mente en Cristo Jesús.

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Más recursos

Para ver el sermón completo: "Ocupado... orando" por el Pr. Reynaldo Logroño, haz clic aquí.