Cisternas RotasMuestra

CISTERNAS ROTAS

Capítulo 2: Nuestro esfuerzo por saciarnos.

“Todo lo que no es eterno, será eternamente inútil” —C. S. Lewis

Los deseos estaban ahí. El corazón estaba ansioso y la mente sobrecargada.

«Si no consumamos la sed, la sed nos consumirá a nosotros» —pensamos. Teníamos que hacer algo al respecto.

Existe un Manantial donde el agua nunca deja de fluir. Dependimos de Él por mucho tiempo; jamás pasamos sed.

Pero vimos a los demás.

Vimos cómo, de forma independiente, cavaban hoyos, moldeaban formas, alisaban paredes, aplicaban mezcla y colectaban agua de la lluvia. Tenían su propia cisterna.

No sabíamos, en realidad, cuánto les sustentaba; pero la idea de independencia fue suficiente para convencernos de usar el mismo sistema.

Y eso hicimos.

Al principio, el plan parecía pan comido. No fue hasta que nos topamos con la realidad de que la profundidad de la cisterna depende de cuánto cavemos, la cantidad de agua de cuánto deje la lluvia y su retención de cuánto resista la obra de nuestras manos.

Es más el tiempo que se invierte, el dinero que se pierde y la fuerza que se aplica, que la duración de la cisterna y su efectividad para saciarnos.

Ahora, nos encontramos cansados, frustrados, avergonzados y más sedientos que al principio.

La única solución es volver al Manantial de antes, pero tememos que nos rechace por haberlo abandonado.

Así que seguimos cavando.

———

¿Te suena familiar?

Esta es la historia de Israel, pero también es nuestra historia.

Estando en el mundo, vemos a los demás. Ya sea por medio de las redes sociales o en la vida real, los vemos viviendo, aparentemente, su mejor vida.

Amoríos, riquezas, fama y más parecen prometernos plenitud, y nos aferramos a trabajar para alcanzarlas.

Nos acostumbramos a estar bajo el régimen social que nos dicta: «haz, haz, haz», y cuanto más hagamos, más llegaremos a ser.

Construimos nuestra plenitud en lo que hacemos y lo que tratamos de alcanzar. Y esto, a la larga, frustra, cansa y decepciona.

Salomón es uno de aquellos que puede dar fe de esto:

“No me detuve en probar todo lo que quería. Todo lo que me apetecía disfrutar, lo hacía. Incluso disfruté de todo lo que había logrado, como recompensa por todo mi trabajo. Pero cuando pensaba en lo mucho que había trabajado para conseguirlo, en todo lo que había hecho, era tan efímero, tan significativo como alguien que intenta atrapar el viento. Realmente no hay ningún beneficio duradero aquí en la tierra” (Eclesiastés 2:10–11, VBL).

Construyó cisternas rotas que no retuvieron el agua.

Y justamente, esta premisa implica, a lo menos, tres cosas:

1. Cavar —> nos habla de esfuerzo.
2. Cavar cisternas —> esfuerzo —como la misma naturaleza de la cisterna indica— limitado.
3. Cavar cisternas rotas (que no retienen agua) —> Esfuerzo en lo que, además de limitado, es inútil.

Hemos vivido así, y el mundo lo ha promovido. Pero hoy Jesús trae una propuesta diferente:

“Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas” (Mateo 11:28-29, NBLA).

El trabajo por la plenitud ya fue hecho por Él, y no hay nada más que nosotros podamos hacer para ganarla.

El Manantial inagotable de vida está llamando a todo aquel que está cansado de intentar saciar su sed con sus propias fuerzas; a aquel que, lejos de llenarse, se ha vaciado más y a aquel que un día se sació de Su manantial, pero que hoy mendiga gotas de lluvia. ¿Aceptarás su invitación?

En el último día del devocional, meditaremos sobre cómo llegar hacia ese Manantial si, así como Israel, temes volver o no conoces el Camino. Ahí nos vemos.