El proceso también era parte del trono

Cuando por fin David llegó al trono, ya no era solo el joven que venció a Goliat. Había pasado por etapas que parecían pérdida, demora o injusticia… pero eran DIOSidencias preparando su corazón para reinar.

No llegó al trono con orgullo, llegó con cicatrices. Y esas cicatrices lo volvieron misericordioso, dependiente y sensible a la voz de Dios.

David lo reconocía así:

Salmo 40:1-3 (RVR1960)

“Pacientemente esperé a Jehová… y me hizo sacar del pozo de la desesperación […] Puso luego en mi boca cántico nuevo.”

A veces quieres que Dios te cumpla la promesa rápido, pero no sabes lo que estás pidiendo. Si David hubiera reinado sin haber pasado por las cuevas, los salmos que hoy bendicen al mundo no existirían.

Dios no solo quería darle un trono, quería darle un corazón que pudiera sostenerlo.

David entendió algo clave:

• El proceso no retrasó su llamado
• El dolor no arruinó su destino
• Las lágrimas no lo descalificaron
• Sus errores no cancelaron su identidad

Dios no busca perfectos. Busca los que, como David, aunque caigan, regresan.

Y lo más poderoso: lo que vivió David no solo lo marcó a él… marcó generaciones. Su historia abrió camino al Rey de reyes: Jesús, el hijo de David.

Aplicación:
Lo que hoy estás viviendo puede parecer pérdida, pero es formación. No todo lo que se siente como pausa es pausa; a veces es preparación divina.

Oración final:
“Padre, gracias porque como a David, no me defines por mis caídas, sino por cómo me levantas. Confío en que mi proceso también es parte del plan. Amén.”

Diosidencias podcast – Cuando lo que parece casualidad es Dios en acción

Este podcast es un espacio donde contamos historias reales que, a simple vista, parecen coincidencias… pero cuando las miras con atención, descubres a Dios moviéndose entre los detalles. Son momentos inesperados, encuentros improbables, respuestas en el tiempo justo y procesos que solo tienen una explicación: fue Él.

Cada episodio te recuerda que no estás solo, que el cielo sigue escribiendo historias y que lo que llamamos casualidad… Dios lo llama propósito.