El que mata gigantes también llora

David tenía fe para derrotar gigantes, pero también tuvo noches de miedo, persecución y angustia. Después de Goliat no llegó el trono… llegó la persecución de Saúl, las cuevas, el rechazo, el cansancio emocional.

David lo expresó así:

Salmo 56:3 (RVR1960)

“En el día que temo, yo en ti confío.”

Salmo 34:17-19 (RVR1960)

“Claman los justos, y Jehová oye […] Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová.”

David no era fuerte porque no sentía miedo; era fuerte porque no dejó que el miedo lo desconectara de Dios.

A veces creemos que si Dios está con nosotros, no deberíamos sentir ansiedad, tristeza o cansancio. Pero David nos enseña lo contrario:

• El ungido también se esconde en cuevas
• El valiente también se cansa
• El adorador también llora
• El escogido también huye por un tiempo

David pasó del aplauso (“¡Mató a Goliat!”) a la persecución (“¡Mátenlo!”). Lo que parecía un retroceso era una DIOSidencia. Dios estaba formando en secreto lo que luego se vería en público.

Lo que parece un ataque puede ser entrenamiento.
Dios no lo protegió del proceso porque el proceso lo estaba preparando para gobernar, no solo para pelear.

Aplicación:
Luchar no significa que estás lejos de Dios. A veces la batalla es la confirmación del propósito, no la negación.

Oración:
“Dios, gracias porque aun cuando peleo contra gigantes externos e internos, tú estás conmigo como con David.”