David: Ungido, pero todavía no rey

David fue ungido cuando aún cuidaba ovejas. Dios le había dado una promesa, pero no le entregó el trono inmediatamente. No había reconocimiento, solo proceso.

David recibió una promesa mientras nadie lo veía importante. Fue ungido en privado, no en un palacio. Dios ya lo había elegido, pero no lo promovió de inmediato. ¿Por qué? Porque la unción revela el destino, pero el proceso revela el carácter.

David también sentía ansiedad:
Salmo 13:1-2 (RVR1960)

“¿Hasta cuándo, Jehová?[…] ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristeza en mi corazón cada día?”

David no dijo eso desde el trono, lo dijo desde la espera. No era incredulidad, era humanidad. La fe no siempre grita, a veces pregunta llorando.

Hay momentos donde Dios ya habló, pero nada cambia afuera. Tú sabes que hay propósito, pero sigues pastoreando ovejas, sirviendo a otros, haciendo cosas pequeñas. Parece que nada avanza, pero algo invisible sí: tu corazón se está alineando con lo que Dios declaró.

David no fue ungido porque ya estaba listo; fue ungido para ser formado. Y Dios usó lugares incómodos para moldearlo:

• El campo (soledad)
• El arpa (intimidad)
• La casa de Saúl (servicio sin reconocimiento)
• Las noches de silencio (ansiedad sincera)

Cada una fue una DIOSidencia disfrazada de insignificancia.

Aplicación:
Si Dios ya habló a tu vida, no te desesperes si no ves el cumplimiento. No estás atrasado, estás en formación.

El silencio no es abandono: es preparación.

Oración:
“Señor, aunque todavía no veo lo que prometiste, confío en que me estás formando como hiciste con David.”