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Dolorosa Bendición: Cómo Enfrentar El Sufrimiento Con Fe, Esperanza Y GratitudMuestra

Dolorosa Bendición: Cómo Enfrentar El Sufrimiento Con Fe, Esperanza Y Gratitud

DÍA 3 DE 3

Enumera tus bendiciones

La tarde en que entré a la sala de quimioterapia por primera vez me vi sometida a un desafío gigante. Me sentí como un soldado al que le entregan un fusil sin nunca haber usado uno, y lo mandan al frente del combate, donde la batalla es más cruda. Vi tanta gente herida que llegué a pensar que el cáncer se ha convertido en una epidemia. ¿¡Qué hago aquí, Dios mío!?, grité por dentro cuando la enfermera insertó la aguja de la jeringa por la vía que me había tomado. A medida que el lento goteo del tóxico medicamento circulaba por mis venas, cerré los ojos y oré:

«¡Precioso Señor, yo confío en ti! Gracias por concederme este tratamiento, sé que numerosos enfermos no cuentan con este privilegio; gracias por los médicos y las enfermeras que has puesto a mi disposición, gracias por mi esposo y por mi hija, bastones amorosos en esta prueba; gracias por la fe inquebrantable que crece dentro de mí…». Mientras iba enumerando mis bendiciones, se fueron pasando las horas en la quietud de la taciturna sala.

El remedio para el miedo es recordarnos a nosotros mismos el Evangelio. El Salmo 118:17 se convirtió en mi grito de guerra: «No moriré, sino que viviré, y contaré las obras del Señor».

En vez de oír lo que grita tu alma agitada, háblale. Eso fue lo que hizo el salmista. Aturdido por la preocupación, cuando la angustia era su alimento, hizo una pausa y se habló a sí mismo. «¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!» (Sal. 42:11, LBLA).

Así como necesitamos alimentos para sustentar nuestros cuerpos, también precisamos de nutrientes espirituales para vivificar nuestras almas. La piadosa costumbre de leer las Escrituras me ayudó a confiar en las promesas inmutables del Señor. Una de sus más alentadoras promesas dice que Jesús nos sostendrá en nuestro lecho de enfermo (Sal. 41:3).

Cristo es nuestro sanador; el Médico celestial que en la hora de la enfermedad nos provee sus tiernos y compasivos cuidados. ¡No luchamos solos! El Espíritu Santo está con nosotros. Dile a tu alma abatida las mismas palabras que se habló el salmista: «¿Por qué te desesperas, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues lo he de alabar otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!» (Sal. 42:11).

Tómate unos minutos para reflexionar:

Si la voluntad de Dios es que demos gracias en toda situación (1 Tes. 5:18), ¿por qué cosas darías gracias en tu sufrimiento? Enuméralas.

¿En vez de impacientarte o irritarte por tus dolorosas circunstancias, podrías orar confiando en que Dios te ama y todo lo que hace es para tu bien? (2 Cor. 12:9).

Si deseas profundizar en cómo puedes glorificar a Dios en medio del sufrimiento, te animo a leer mi libro Dolorosa bendición: Cómo enfrentar el sufrimiento con fe, esperanza y gratitud. Puedes encontrarlo aquí.

Acerca de este Plan

Dolorosa Bendición: Cómo Enfrentar El Sufrimiento Con Fe, Esperanza Y Gratitud

Una enseñanza errada sobre el sufrimiento puede llevar a las personas a apartarse de Dios cuando enfrentan la adversidad. Sin embargo, la Biblia enseña que Dios tiene un propósito bueno con nuestros padecimientos. Al meditar en los sufrimientos de Job y del Señor Jesús, aprenderás a sufrir con fe, esperanza y gratitud. Este plan de estudio fue tomado del libro Dolorosa bendición de la autora Liliana González de Benítez.

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Nos gustaría agradecer a Liliana González de Benítez por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/lilivivelapalabra