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Día 4: Romanos 12.2

Una vida dormida en la fe es un alma que se ha rendido ante el agobio del mundo.

Y aunque de a poco hemos transitado por temas importantes como la cruz, el amor y el reino, falta una parte que lo une todo: tu identidad en Cristo.

Pablo es uno de los más audaces escritores de la Palabra y en su carta a los romanos, no escatima al utilizar palabras correctas para decir: sean sacrificios vivos.

Lo que nos insta Pablo es a darnos integralmente al Señor, permitiendo no solo que nos adopte, sino que nos transforme conforme a su voluntad. Matthew Henry menciona que es un cambio ‘no de la sustancia, sino de las cualidades del alma'.

Esto implica regresar a tu primer amor, morir a ti mismo y ver cómo su poder se perfecciona en tu debilidad. ¡Esa es la buena noticia! Su gracia no termina en la salvación, empieza en ella y se perfecciona hasta su regreso.

Es una transformación que duele, que atemoriza, que confronta pero en amor. Porque Dios no ha terminado de derramar su eterna gracia e insondable amor. Incluso cuando es difícil sostenerse, cuando las aflicciones caen o tu pasado te persigue, tú has sido refinado en el fuego del Espíritu y solo la obra de Cristo define quién eres.

Hoy eres llamado a rendirte al Señor, no amoldarse a este mundo, ser un discípulo y por supuesto, hacer discípulos en Su nombre, conociendo su buena, agradable y perfecta voluntad,

Hoy y siempre eres llamado a vivir en Él.

Oración:

Señor, infunde tu aliento de vida en mí, alimenta mi alma con tu Espíritu para conocerte cada día más.

Forma en mí un corazón moldeado a tu imagen, una mente que anhela lo eterno y no a este mundo. Así yo pueda vivir en tu buena, agradable y perfecta voluntad.

Heme aquí, Señor, enséñame a escucharte, a buscarte y a seguirte, hasta mis últimos días.

Pongo en tus manos mi vida para que lo forges a tu voluntad y así aprenda que vivir es Cristo.

Amén.