Emmanuel: La Presencia De Dios Que Transforma Tu Vida.Muestra

Día 2: Emmanuel – Mi Plenitud
Ayer reconocimos a Emmanuel como Dios con nosotros, el Dios que no se quedó distante, sino que decidió habitar en medio de su pueblo.
Hoy recordaremos que Él no solo está con nosotros… sino que Él nos llena por completo.
El corazón humano siempre ha tenido un vacío. Filósofos y psicólogos lo han descrito como “la insatisfacción constante del alma”. Blaise Pascal lo llamó “el vacío en forma de Dios” que nada más puede llenar. Estudios recientes en psicología positiva confirman que, aunque el 85% de las personas busca plenitud en logros, relaciones o dinero, más del 60% reconoce seguir sintiéndose vacío incluso después de alcanzarlos (American Journal of Psychiatry, 2022).
La Biblia ya lo había declarado siglos antes: “porque mi pueblo hizo dos males: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas que no retienen agua” (Jeremías 2:13).
La palabra griega para “plenitud” es (plērōma), que significa “lo que está completo, sin falta, colmado”. Pablo la usa en Colosenses 2:9-10: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud (plērōma) de la Deidad, y vosotros estáis completos en él.”
En la cultura grecorromana, el término plērōma se usaba para hablar de barcos llenos o almacenes rebosantes. Pablo lo aplica a Cristo: en Él habita toda la plenitud de Dios, y en Él nosotros somos llenos.
Eso significa que ninguna relación, logro personal o posesión material podrá darte lo que solo Cristo puede darte: plenitud verdadera. Jesús mismo lo afirmó: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
La plenitud de Emmanuel no es parcial, no depende de circunstancias externas ni de temporadas emocionales. Es una plenitud que permanece porque proviene del Dios eterno que habita en nosotros.
Recuerdo que cuando tenía 12 años, mi vida estaba llena de actividades y logros. Practicaba patinaje artístico, equitación, cantaba, hacía parte del equipo de cheers de mi colegio y me esforzaba al máximo para ser la número uno en todo. Mi motivación, aunque no lo entendía en ese momento, era buscar plenitud a través de la aprobación y el reconocimiento.
Llegué a ser campeona nacional de patinaje, una de las mejores en equitación, destacada en cheers, también en mis estudios y en el canto. Quería que los profesores me admiraran, que mis papás se sintieran orgullosos y que la gente me aceptara. Pero un día, después de alcanzar todas esas metas, sentí un vacío profundo. Me preguntaba: “¿Para qué estoy en este mundo? ¿Por qué no siento satisfacción si he logrado todo lo que me he propuesto?”
Lo curioso era que no me faltaba nada: tenía una familia amorosa, salud, estabilidad económica y oportunidades. Sin embargo, en lo más profundo me hacía falta todo: me faltaba Jesús. Mi mamá, que se había convertido hacía tres años, me llevaba a la iglesia con ella. Fue allí donde entendí que el éxito y los reconocimientos no podían llenar el vacío de mi corazón. Ese día decidí abrir mi vida a Cristo, aceptar a Jesús como mi Señor y Salvador, y comenzar a conocerle a través de su Palabra y del discipulado en mi iglesia.
Y descubrí lo que nunca antes había experimentado: que la verdadera plenitud no se encuentra en lo que hago, sino en quién habita en mí: Emmanuel, Dios con nosotros.
Hoy quisiera termináramos con una serie de preguntas que te harán reflexionar:
1.¿Qué “cisternas rotas” has buscado en tu vida para llenarte fuera de Dios?
2.¿Qué significa para ti que en Cristo ya tienes plenitud, aun cuando no lo sientas?
3.¿Cómo puedes recordar diariamente que tu valor y satisfacción no dependen de lo que tienes, sino de quién está en ti?
Oremos:
Señor Jesús, Reconozco que muchas veces he buscado saciar mi alma en cisternas rotas: logros, personas, posesiones o emociones que nunca logran llenarme. Hoy confieso que solo en Ti está mi verdadera plenitud.
Gracias porque en Ti habita toda la plenitud de Dios, y en Ti yo estoy completo. No me falta nada cuando estás en mí. Enséñame a dejar de perseguir lo que no satisface, y a descansar en Tu vida abundante.
Ayúdame a recordar cada día que mi valor no depende de lo que tengo, ni de lo que logro, sino de quién soy en Ti. Que Tu Espíritu Santo me llene y rebose de tal manera que no viva desde la carencia, sino desde la plenitud de Tu amor.
Hoy renuncio a mis vacíos y te entrego mis anhelos. Sé mi fuente, mi satisfacción y mi tesoro eterno. En el nombre de Jesús. Amén.
Acerca de este Plan

“Emmanuel” no es solo un nombre, es una realidad: Dios con nosotros. En este plan de 5 días descubrirás cómo la presencia de Jesús llena tus vacíos, alumbra tu oscuridad, trae paz en medio de la tormenta y revela que no hay nadie como Él. Experimentarás a Emmanuel como tu plenitud, tu luz, tu paz y tu Dios cercano e incomparable. Por motivo de mi nuevo sencillo “Emmanuel”, este plan nace para guiar a la Iglesia a vivir la realidad de un Dios inigualable que permanece con nosotros. – Daniela Galeano.
More
Nos gustaría agradecer a Daniela Galeano por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/danielagaleanomusic/?hl=es
Planes relacionados

Volver a Lo Esencial (Back to Basics)

Viendo Al Invisible

CARTAS VIVIENTES: Mostrando a JESÚS con tu vida

Hombres y una sana sexualidad

Ciudadanos Del Cielo Residiendo en La Tierra

¡Cimientos Para La Tormenta!

Como Un Niño: Fe, Pureza Y El Reino De Dios

Dios Usa Personas Rotas

Alaba en Medio De La Prueba
