Emmanuel: La Presencia De Dios Que Transforma Tu Vida.Muestra

Día 1: Emmanuel – Dios con nosotros

Hoy más que nunca entendemos la necesidad del nombre Emmanuel: Dios con nosotros.

Vivimos en una época marcada por lo que el Cirujano General de Estados Unidos, Dr. Vivek Murthy, ha llamado una “Epidemia de Soledad”, desarrollando en miles de personas ansiedad, obesidad, consumo de sustancias nocivas para la salud como el cigarrillo y bebidas alcohólicas en exceso, entre otras…

Asimismo, la ciencia confirma lo que la Palabra ya revelaba: un meta-análisis de 148 estudios dirigido por la psicóloga Julianne Holt-Lunstad en la Universidad Brigham Young, mostró que las personas con vínculos fuertes tienen un 50% más de probabilidad de sobrevivir que aquellas que viven aisladas.

La Organización Mundial de la Salud señala que más de mil millones de personas padecen hoy ansiedad o depresión, mientras que el estudio más largo sobre felicidad, realizado en Harvard, con más de 80 años de seguimiento, concluyó que lo que más predice bienestar y longevidad no es el éxito ni el dinero, sino la calidad de las relaciones cercanas. Incluso investigaciones de la Escuela de Salud Pública de Harvard encontraron que quienes participan regularmente en la vida congregacional presentan menos riesgo de depresión y suicidio.

Todo esto nos recuerda que el corazón humano fue diseñado para la compañía: con otras personas, pero sobre todo con Dios. Y la buena noticia es que Su respuesta eterna al vacío del alma sigue siendo la misma: Emmanuel, el Dios que no nos deja solos.

Desde el principio de la historia, el deseo de Dios ha sido uno: estar con nosotros. Esa es la esencia de Emmanuel: el Dios eterno el Creador del Universo que no observa desde lejos, sino que camina a nuestro lado en cada momento de nuestras vidas. En tu valle y en tu cima, en tu silencio y en tu canto, Emmanuel es la prueba de que nunca estás solo. Su presencia es la mayor promesa y el regalo más grande que Él nos ha dado.

En el Edén, Él caminaba con Adán y Eva, pero el pecado rompió esa comunión, y aun así Dios no se rindió. Le dijo a Moisés: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Éxodo 25:8, RVR60). En el desierto, Su presencia iba como nube de día y columna de fuego de noche. En el templo, Su gloria llenaba el Lugar Santísimo….

El anhelo de Dios siempre fue claro: “habitar en medio de su pueblo”.

La palabra Emmanuel, une dos realidades: “ʿimmanû” = “con nosotros”, y “El” = “Dios”.

Es más que un título, o un nombre, es una declaración profética: el Dios eterno decidió hacerse cercano, el Todopoderoso decidió hacerse compañero, y el Infinito decidió entrar en el tiempo para estar contigo.

Mateo 1:23 retoma la profecía de Isaías 7:14: “He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”. Esto cambió la mentalidad de siglos: ya no sería un Dios confinado al tabernáculo o al templo, sino un Dios presente en cada lugar, en cada corazón, en cada momento.

La cultura judía entendía la presencia de Dios como algo limitado a espacios sagrados (el Mishkán en el desierto, el templo en Jerusalén). Pero en Cristo, esa gloria se volvió accesible. Juan 1:14 lo confirma: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.

Y después de su resurrección, Jesús prometió algo aún más profundo: el Espíritu Santo como Su presencia permanente en nosotros. Ya no solo “Dios con nosotros”, sino “Dios en nosotros”. Jesús lo dijo claramente: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad… porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:16–17, RVR60).

Si tal vez te cuesta creer, quiero decirte: Emmanuel es la invitación, Dios ha roto toda distancia y quiere habitar en tu vida, ábrele tu corazón y pídele a Jesús que entre para ser el Señor y Salvador de tu vida, pídele que el Espíritu Santo sea quien habite en ti para así tener su compañía y ser su morada todos los días de tu vida, dile que deseas sentir su presencia en cada paso que das, y que le entregas hoy tu vida!

Y si ya has recibido a Cristo, la realidad es gloriosa: el Espíritu Santo hace de cada creyente un templo vivo, y esta es la garantía de que nunca volveremos a estar solos.

Antes de cerrar este día, te animo a tomar un momento en silencio, abrir tu Biblia y dejar que las palabras de estos versículos penetren en tu corazón. Y si quieres acompañar ese tiempo con adoración, escucha “Emmanuel”, una canción que el Señor puso en mi vida para recordarme que Su presencia es real, cercana y transformadora.