Alaba en Medio De La PruebaMuestra

-DÍA 3-
Acción de gracias con alabanza y adoración

-Resumen-

En los días anteriores vimos que, aunque atravesemos situaciones difíciles, podemos entregar nuestras cargas a Dios, rindiendo cada sentimiento, pesar y desaliento que los problemas puedan causar. La oración puede cambiar nuestra situación, y la Biblia nos recuerda las promesas de Jesús: aunque estemos en medio de la prueba, podemos regocijarnos porque su promesa se cumplirá.

También aprendimos que nuestra boca tiene el poder de cambiar nuestro ánimo: podemos hablar palabras de bendición y proclamar las promesas de Cristo, o bien usarla para maldecir. La Escritura nos anima a pensar en todo lo bueno, lo justo y lo de buen nombre.

Hoy veremos cómo permanecer en un constante espíritu de adoración y gratitud, alabando y adorando a Dios con todo lo que hacemos, pensamos y decimos. Para ello meditaremos en Salmos 34:1-11 (RVR1960). Al analizar estos versículos, notamos que los primeros hablan de una acción que podemos practicar en cualquier lugar y momento.

En los tres primeros versículos vemos cómo David ejercitó la alabanza y adoración al nombre de Jehová. Al bendecir su nombre, nuestra boca se llena de alabanza. Aun en medio de la peor situación, bendecir al Señor trae la paz que menciona Filipenses: una paz que no entendemos, pero que podemos experimentar. Y es así como otros verán que confías en Jesús y en que su voluntad se cumplirá.

En los versículos 4 al 7 observamos que la búsqueda constante de Dios trae respuesta a nuestras oraciones. Estos pasajes pueden ser un ancla para tu vida y una promesa segura: en el momento de angustia, cuando elevas tu clamor, Dios te escucha y te libra. El dolor de tu alma irá menguando mientras meditas cada día en sus promesas.

La parte final del pasaje muestra la bondad de Dios manifestándose en nuestra vida. Una de sus características es que Él es amor, clemente y compasivo; siempre tiende su oído para escucharnos. Temer su nombre no significa tenerle miedo, sino vivir con respeto y reverencia por quién Él es, lo que ha hecho y lo que hará. Y la promesa es clara: quien le teme, nada le faltará.

Hoy te animo a que practiques estos tres pasos:

1. Rendir tus cargas a Dios mediante la confesión y el perdón, para restauración.

2. Hablar palabras de vida y bendición sobre tu situación.

3. Alabar y adorar su nombre en todo tiempo, entrando en su presencia y experimentando la plenitud de su gozo.

Oración:

Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, hoy vengo delante de ti creyendo en tus promesas y buscando tu rostro. Te agradezco porque nunca me ha faltado lo necesario, y eso me recuerda que tú eres grande y maravilloso. Hoy quiero exaltar tu nombre y adorarte con un corazón contrito y humillado, entendiendo que tu voluntad —buena, agradable y perfecta— se cumplirá en mi vida. Entrego todo a ti, me refugio bajo tus alas y declaro palabras de vida sobre mi situación, confiando en tus bendiciones. En el nombre de tu Hijo Jesucristo, amén.