Alaba en Medio De La PruebaMuestra

-DÍA 1-

Rindiendo a Cristo nuestras cargas

¿Has experimentado tristeza o desaliento? ¿Tal vez la pérdida de un ser querido, un diagnóstico de enfermedad o la escasez de recursos? Cualquiera de estas situaciones puede llevarnos al desánimo del alma. Sin embargo, la esperanza en Cristo es que Él ya llevó nuestras cargas y preocupaciones en la cruz del Calvario.

El sacrificio de Cristo en la cruz nos ha hecho libres de todo pecado, culpa, juicio y desánimo. En Él podemos encontrar paz, y en su Espíritu Santo, consuelo y llenura para atravesar cualquier situación. Hoy te animo a que lleves eso que estás cargando a los pies de la cruz y lo entregues.

Hoy veremos algunos pasajes de la carta a los Filipenses, escrita por el apóstol Pablo. ¿Sabías que esta carta la redactó mientras estaba encarcelado en Roma? ¿Te imaginas hablar de ánimo y gozo en medio de la cárcel? Para cualquiera sería difícil atravesar algo así manteniendo el gozo y, además, exhortando a otros a tenerlo.

En los primeros siete versículos del capítulo 4 de Filipenses, el apóstol Pablo insta a la reconciliación, al apoyo mutuo entre hermanos y a regocijarse en el Señor. También exhorta a ser gentiles con los demás, de modo que, por medio de esa actitud, sea conocido el Dios Todopoderoso que está cerca. Además, en el versículo 6, nos anima a no afanarnos, sino a orar en toda ocasión, presentando nuestras peticiones con acción de gracias al Dios que creó los cielos y la tierra. Entonces, la paz de Dios nos guardará en todo momento (Filipenses 4:1-7, RVR1960).

Cuando comprendemos estos versículos y los aplicamos, se hacen vida en nosotros y nos ayudan a sobrellevar las cargas. Hoy te animo a que abras tu boca y le digas a tu Padre en los cielos que esa carga que has llevado sea quitada por el poder de Cristo, y que su paz —la que sobrepasa todo entendimiento— reine en tu corazón. Él puede hacer un milagro en tu vida, en tu familia y en la situación que estás viviendo.

Oración:

Padre nuestro que estás en los cielos, venimos delante de ti rindiendo nuestras cargas y preocupaciones, creyendo que tú nos harás libres de la aflicción y de todo tormento. Tú llevaste nuestras cargas, enfermedades y aflicciones en la cruz del Calvario y venciste. Creemos en tu poder y en el poder de la cruz. Por eso rendimos todo a ti y clamamos por la paz que sobrepasa todo entendimiento, para que reine en nuestros corazones. En el nombre de Jesús, amén.