Adonai: Vivir Lo Que CantamosMuestra

Toda rodilla se doble delante de Él.

Siempre pensé que estas palabras eran muy fuertes de parte de Dios. Doblar las rodillas es un acto de derrota. Cuando alguien cae rendido ante los pies de otra persona, generalmente es porque no tiene más remedio que rogar por su misericordia.

Sin embargo, hay un acto que me llama la atención y es la oración de Jesús en Getsemaní antes de ser crucificado. La Biblia relata que Él se inclinó, dobló sus rodillas y comenzó a orar. Doblar las rodillas no tiene que ver con una derrota, sino todo lo opuesto. Dobla las rodillas aquel que está maduro espiritualmente, el que entiende que el verdadero poder está en rendirse a la voluntad de Dios.

Jesús, siendo el Hijo de Dios, no se apoyó en su propia fuerza, sino que se entregó por completo al Padre. Allí, de rodillas, no perdió, sino que ganó la mayor de las batallas: la obediencia perfecta que abrió el camino para nuestra salvación.

Doblar las rodillas delante de Dios no es humillación, es reconocer quién es nuestro Señor y descansar en que Su voluntad es buena, agradable y perfecta. Un día, toda rodilla en el cielo y en la tierra lo hará. Pero nosotros tenemos la oportunidad de elegirlo hoy, en adoración y obediencia voluntaria.

Preguntate hoy: ¿Doblo mis rodillas solo en momentos de desesperación, o como un estilo de vida de rendición?, ¿En qué puedo doblar mis rodillas para reconocer a Dios?

Oración: Señor Jesús, quiero aprender de Vos. Que mi vida sea un reflejo de Tu obediencia. Hoy doblo mis rodillas delante de Ti, no como alguien derrotado, sino como alguien que reconoce que en Tu voluntad está la verdadera victoria. Amén.