Ovejas, Monedas E HijosMuestra

Una oveja perdida

A Jesús le encantaba hablar por parábolas, historias sencillas que comunicaban grandes verdades. En aquellos momentos era común que se acercaran a oír a Jesús toda clase de personas, desde cobradores de impuestos hasta gente de mala fama. En aquellas ocasiones no faltaba de igual manera aquellos que estaban listos para juzgar y criticar a estas personas.

Y Jesús, sin dejar pasar la oportunidad, comienza a relatar tres historias que nos hablan del corazón de Dios ante aquellos que se han perdido en el camino.

La primera historia es la de un pastor que tenía un rebaño de cien ovejas, una de ellas se pierde y decide dejar a las noventa y nueve ovejas restantes para ir a buscar a aquella extraviada. ¿No te parece la decisión más desventajosa de todas? ¿Quién en su sano juicio arriesgaría un noventa y nueve por ciento de algo para recuperar el uno por ciento? Sería el peor negocio del mundo según los estándares de este mundo.

En esto vemos realmente cómo es el corazón de Dios. Jesús nunca se interesó por las grandes masas, sino que puso su mirada en cada persona. Cruzó el mar de Galilea para encontrarse con un hombre que rondaba entre tumbas endemoniado y lo liberó de aquella condición. Pasó específicamente por Samaria cuando iba con sus discípulos camino a Galilea para toparse con una mujer en un pozo a la cual se le revela como el Mesías y cambiar el curso de su vida.

Te invito a que medites hoy en el hecho de que para Jesús no eres un número más, sino que te conoce por tu nombre y que ha decidido dar lo más preciado para ir a buscarte. ¿Qué responderías a este llamado de vuelta a casa?

Oremos

Padre, gracias por tener tu mirada de misericordia sobre mi vida. Gracias por mostrarme el camino de vuelta a casa y por ser aquel buen pastor que da la vida por sus ovejas. Ayúdame a tener un corazón sensible a tu voz y llamado. Amén.