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Día 2: El poder de Dios actúa en nosotros

Pablo nos recuerda que el poder de Dios no solo se manifiesta afuera, sino dentro de nosotros. Ese poder es el Espíritu Santo, que nos fortalece, guía y transforma. No dependemos de nuestras fuerzas humanas, sino de la obra de Dios en nuestro interior.

Después de la muerte de Jesús, los discípulos estaban llenos de miedo, encerrados y sin saber qué hacer. Pero todo cambió en Pentecostés. Cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos, hombres comunes se convirtieron en predicadores valientes. Pedro, que antes negó a Jesús por temor, se levantó con autoridad y predicó, y ese mismo día tres mil personas creyeron.

Esto nos recuerda que el poder de Dios no es algo lejano, sino que actúa dentro de nosotros. No se trata de nuestras fuerzas, habilidades o valentía, sino del Espíritu Santo que nos capacita. Cuando nos sentimos insuficientes, Dios nos recuerda: “Mi poder se perfecciona en tu debilidad” (2 Corintios 12:9, RVR 1960).

Reflexión:

¿En qué área de tu vida necesitas dejar de confiar en tus fuerzas y rendirte al poder de Dios en ti?

Oración sugerida:

“Espíritu Santo, gracias porque tu poder actúa en mí. Ayúdame a no depender de mis fuerzas, sino a confiar en lo que Tú puedes hacer a través de mí, lléname de tu poder para vivir conforme a tu voluntad y ser testimonio de tu grandeza.” Amén.