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¿Perdidos en El Desierto?

DÍA 3 DE 3

Día 3 - Llevados al desierto por el Espíritu Santo

El desierto como entrenamiento

En Mateo 4:1-11 nos encontramos con el relato del Espíritu Santo llevando a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo. ¿Cómo puede ser? No siempre llegamos al desierto por las traiciones o por huir, a veces el Espíritu Santo es quien nos conduce allí para ser entrenados y probados.

Jesús, recién bautizado y antes de comenzar su ministerio, entró en un proceso de ayuno de cuarenta días de búsqueda profunda de Dios. Él sabía que un nuevo tiempo se avecinaba y que necesitaba mayor dependencia del Padre, y el proceso comenzó en el desierto.

Suele suceder que antes de iniciar una nueva temporada nos encontramos en un desierto al que fuimos llevados por el Espíritu Santo para aprender a depender de él, a buscarlo, a escucharlo y sobre todo a obedecerle, porque no se trata de lo que podamos hacer sino de rendir nuestro corazón y convertirnos en instrumentos.

Tentación en la debilidad

La historia bíblica nos muestra que en el día cuarenta - el momento de mayor debilidad de Jesús- apareció el diablo para tentarlo ¿y qué con qué lo tentó? Lo hizo con aquello que más necesitaba: alimento, seguridad, identidad y con Su propósito.

¿Qué instrumento utilizó para intentar persuadirlo? El enemigo no lo tentó con palabras vacías, sino que paradójicamente lo hizo con las Sagradas Escrituras. Sin embargo, Jesús le respondió con la Palabra de Dios y con la autoridad que viene de la comunión con el Padre y con la revelación divina que alumbra los ojos del entendimiento.

Esa victoria nos recuerda la importancia de conocer las Sagradas Escrituras para que cuando venga el momento de prueba sea la misma palabra de Dios que nos inspire y nos sostenga.

No tomar atajos

Jesús pudo haber tomado atajos, pero eligió el camino de la obediencia. Había un precio que pagar y la comunión con Dios lo sostuvo para resistir al enemigo y que este huya de Él.

Los tiempos de grandes desafíos requieren grandes entregas. En el desierto aprendemos a silenciar voces que nos distraen, nos atan al pasado o nos apartan del propósito. Allí descubrimos que Su presencia lo es todo, y que Su Palabra nos equipa para vencer la tentación y mantener la integridad, sin ceder a caminos más fáciles pero destructivos.

Reflexión

  • ¿Reconoces que una nueva temporada está por comenzar, pero te encontrás en un desierto sin entender por qué?
  • ¿Te ofrecen atajos que parecen buenos, pero comprometen tu llamado?

Oración Sugerida

Espíritu Santo, que en el proceso en el que soy llevado al desierto pueda ser dócil a Tu voz. Que me entrenes para lo que viene, que pueda despojarme del viejo hombre y de todas sus falencias, que seas vos en mí esa esperanza de vida y de dirección. Señor, que habite Tu palabra en mí y sea una semilla que crece al 100%. Que aunque me ofrezcan atajos, pueda permanecer fiel a tu voluntad, que es buena, agradable y perfecta. En el nombre de Jesús, amén.

Acerca de este Plan

¿Perdidos en El Desierto?

Hay momentos en la vida que parecen un desierto: calor y frío extremos, sed, soledad y desorientación. Allí la fe es probada y luchamos contra voces que dicen que nunca llegaremos a destino. Pero en medio de la confusión y el desánimo, la voz de Dios recuerda su promesa: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41.10 RVR1960). Este plan es un viaje para quienes, aunque se sienten agobiados y perdidos, deciden confiar en Dios

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Nos gustaría agradecer a Ayelén Caffarena por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/ayelencaffarena?igsh=MWVyaXBjMG1nemFvcA==&utm_source=qr