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Día 1: Generación malvada y perversa

Pablo representa el momento y el contexto de los filipenses como una generación malvada, perversa, contaminada. Estas características son propias de toda la historia, una humanidad que desde la caída se ve contaminada y controlada por el pecado, aunque por fenómenos como la globalización y el avance tecnológico, todos los males de la sociedad se han exacerbado hasta un punto totalmente resaltante en la actualidad.

El apóstol también la menciona como una ciudad muy dura, pagana hasta la médula, llena de idolatría, maldad y perversidad (Fil. 2:15). Una ciudad bélica que, a pesar de ser rica en actividades, concentraba una población extremadamente pobre y vulgar (2 Co. 8:1-2). Esta iglesia, atacada por falsos maestros, pobre y perseguida, también debió luchar con la discordia y la división (Fil. 1:28; 3:2). A pesar de todo lo anterior, tanto lo que vivió Pablo como la iglesia de Filipos, esta epístola es llamada la epístola del gozo, esperando el permanente y sobrenatural gozo en medio de una generación perversa y maligna.

Esta frase que destaca la sociedad también fue dicha por Jesús en Lucas 9:41: generación incrédula y perversa, una descripción general para el mundo. En el texto base maligna es la palabra griega “skolios”, de la cual se obtienen palabras como escoliosis, de la espina, torcedura y curvatura. Destacando la idea de que la generación está torcida, desviada del estándar de la verdad y la virtud. Incluso desde antes del Antiguo Testamento también nos menciona la característica del mundo.

Si pensamos, el mundo actual está exactamente donde debe estar desde la caída, en depravación y perversidad. Sin embargo, a pesar de ver esta generación tan corrompida por el enemigo, estamos donde Jesús quiere que estemos. Cristo oró diciendo: No te pido que los saques del mundo, santifícalos en la verdad, tu palabra es verdad. Como me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo (Jn.17:14-19). Él dice que nos proteja de la maldad, no que nos saque de en medio de ella (1 Co. 5:9-13). No podemos dejar el mundo, porque Dios nos puso aquí para cumplir su propósito redentor.

Te invito a orar: Querido Dios, gracias porque a pesar de que la sociedad se cae a pedazos, tú has prometido estar con nosotros hasta el fin. Te agradezco porque en medio de tanta oscuridad y perversidad, tenemos la garantía de que estarás conmigo y me usarás para que tu propósito sea cumplido. Guárdame y prepárame para cumplir con tu misión. En el nombre de Jesús, amén.