La Declaración De Seúl | Un Recorrido De 30 DíasMuestra

La familia de naciones: Los pueblos en conflictos que vemos y servimos para la paz
La lectura de hoy comienza la Sección VI: La familia de naciones: los pueblos en conflictos que vemos y servimos para la paz. Lea aquí.
El pueblo de Cristo debe ser conocido como un pueblo de paz, porque el evangelio que proclamamos trae paz entre Dios y personas, entre personas y entre pueblos. El propósito de Dios es ver florecer pueblos diversos al compartir sus dones y los recursos de la tierra de manera justa y generosa. Damos gracias a Dios por los numerosos ejemplos de comunidades e individuos cristianos que han encarnado el llamado constante de la Biblia a estar en paz y a pacificar en un mundo plagado de conflictos. Los honramos como promotores de la paz de Cristo, aun a riesgo de sus propias reputaciones y vidas. Sin embargo, la iglesia no siempre ha honrado la paz de Cristo como cualidad definitoria de su existencia en el mundo. Hay ejemplos históricos de la participación de la iglesia, de manera explícita o tácita, en actividades y emprendimientos que propugnan la violencia y promueven la guerra. Estas participaciones no hacen más que escandalizar el evangelio que ella proclama. ¿Qué desea Cristo de su iglesia, un pueblo formado por todos los pueblos, llamado a proclamar y exhibir a Cristo en un mundo desgarrado por el conflicto?
Afirmamos el propósito de Dios en Cristo de reconciliar a todos los pueblos mediante el evangelio en un mundo lleno de conflicto.
El Movimiento de Lausana ha desempeñado un papel clave en el fomento de la misión a los «pueblos no alcanzados», reconociendo la necesidad de que los individuos de cada pueblo culturalmente distinto escuchen la buena noticia del gobierno salvador de Dios sobre todos los pueblos y, por tanto, sobre todas las personas. Oramos por el día en que los estados («naciones» en el sentido moderno) que tratan activamente de impedir que sus gobernados escuchen la buena noticia y que persiguen a quienes la escuchan y creen, dejen de hacerlo. Oramos esto, no solo por el bien de los individuos, sino también por el de los pueblos de los que forman parte. Un elemento central de los propósitos de Dios a través del evangelio es la reconciliación de todos los pueblos en Cristo, en una relación marcada por la bendición mutua. Afirmamos que este propósito de Dios solo puede ser logrado en la medida que los corazones de las personas sean transformados y llenados de amor por aquellos cuya identidad cultural difiere de la propia.
Nos alegramos juntos por las numerosas situaciones en el mundo en las que graves conflictos han disminuido y comunidades distanciadas han tenido la oportunidad de reconciliarse y restablecer la armonía. Algunos ejemplos son el conflicto de Irlanda del Norte, el apartheid en Sudáfrica, el genocidio de Ruanda y la guerra civil de Sri Lanka, entre otros conflictos en todo el mundo. Celebramos que, en algunos de estos contextos, Dios haya utilizado iglesias, organizaciones cristianas y cristianos individuales para promover la causa de la paz, ya sea como pacificadores de primera línea entre las partes en conflicto o a través de la negociación, influencia e intercesión en el trasfondo del conflicto.
Nos entristece profundamente constatar que han estallado nuevos conflictos armados y guerras —interétnicos, interreligiosos e internacionales— en todas las regiones del mundo. De los más de cien conflictos armados actuales en el mundo, las regiones de Oriente Próximo y África son las que han registrado la mayor concentración. En este momento, la guerra entre Rusia y Ucrania y la guerra en Gaza son las que han recibido más atención mediática, pero apenas se mencionan conflictos graves como los de Siria, Myanmar, Sudán y Etiopía. También reconocemos las «guerras olvidadas» en todo el mundo, especialmente la de la península de Corea. Si bien permanecen fuera de la vista del público, son vistas por Dios. Lamentamos la trágica pérdida de vidas que estas guerras suponen y la destrucción masiva para sociedades que niegan a generaciones futuras la oportunidad de prosperar.
Acerca de este Plan

En todo el mundo los creyentes se preguntan: ¿cómo vivir el evangelio hoy? Este plan de 30 días se basa en la Declaración de Seúl para explorar verdades intemporales que abordan retos actuales, como la identidad humana, la paz, la tecnología y el discipulado, sin dejar de ser fieles al evangelio, a las Escrituras y al designio de Dios para la iglesia. Arraigada en la verdad bíblica y en voces de todo el mundo, lo invita a profundizar su fe y a vivir la misión de Cristo.
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Nos gustaría agradecer a Lausanne Movement por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: lausanne.org









