Viviendo en BabiloniaMuestra

¡AUN VIVIENDO EN BABILONIA DI LA VERDAD!

Aunque vivimos en un mundo lleno de mentiras y noticias falsas, qué descanso es saber que las verdades de la Palabra de Dios no cambian. En Babilonia, lo mismo que hoy, nos van a querer cambiar la verdad por la mentira y habrá mucha desinformación e ignorancia.

Eso trataron de hacer con Daniel y sus amigos, les cambiaron el nombre por nombres paganos. Sin embargo, ellos nunca comprometieron la verdad. Para enfrentar la mentira, tenemos la verdad de Dios que es vigente siempre. No comprometas la verdad, quién eres y quién es tu Dios.

"A estos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego" (Daniel 1:7, RVR1960).

i. El nombre Daniel (el cual significa Dios es mi juez) fue cambiado por Beltsasar (que significa: príncipe de Bel).

ii. El nombre Ananías (el cual significa Amado por el Señor) fue cambiado a Sadrac (el cual significa: Iluminado por dios Sol).

iii. El nombre Misael (el cual significa ¿Quién es como Dios?) fue cambiado a Mesac (que significa: Quién como Venus).

iv. El nombre Azarías (el cual significa El Señor es mi ayuda) fue cambiado a Abed-Nego (el cual significa: Siervo de Nego).

En un sentido, la única forma de saber la verdad es confesando tu fe. Daniel no ocultó la verdad de su origen, de su persona ni de sus ancestros. Su fondo tenía que ver con Dios. Era su esencia, no lo negó y nunca comprometió la realidad de su fe.

LLAMADO A LA ACCIÓN:

1.- Siempre di la verdad. Nunca cambies la verdad por la mentira.

2.- Trabaja con excelencia en todo lo que emprendas y hagas.

3.- Pon primero a Dios.

Esto hicieron Daniel y sus amigos, ¡y eso mismo debemos hacer tú y yo! Dios siempre estuvo con ellos, aun en medio del horno de fuego, y siempre los sacó adelante. Así lo hará Dios con aquel que viva como Daniel.

ORACIÓN:

Señor, mi esencia eres tú, y mi nombre representa lo más valioso que tengo; soy único, no me permitas ensuciarlo con mentiras; no me permitas dejar de ser honesto y sencillo. Llévame a tu ciudad celestial y a tu casa para que “donde tu estás, yo también esté contigo”. El mundo me quiere llevar a Babilonia, pero, Dios, ¡yo quiero ir a la Jerusalén Celestial, estar en tu casa y avivar mi comunión contigo siempre! ¡Desde hoy, quiero vivir ahí! Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.