Un Movimiento De AdoraciónMuestra

Un pueblo que arde

Cuando una generación entera decide consagrarse, rendirse y vivir en Su presencia, el mundo ve a Dios. No es un evento, no es una moda, es un estilo de vida que transforma comunidades y naciones.

El Señor ordenó a Israel que el fuego del altar nunca se apagara (Levítico 6:12-13). Ese fuego debía mantenerse encendido día y noche, como señal de adoración constante y entrega total. De la misma manera, nuestra vida espiritual no puede depender solo de momentos de culto o actividades específicas, sino de una intimidad diaria y permanente con Dios. Un altar encendido significa un corazón rendido, sensible y lleno del Espíritu Santo.

Jesús mismo, cuando llamó a sus discípulos, lo hizo con un orden muy claro: para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar (Marcos 3:14). Antes de ser enviados a cumplir la misión de anunciar el Reino, sanar enfermos y liberar cautivos, el llamado era a estar con Él. Nuestra misión fluye de nuestra adoración; sin altar encendido no hay envío efectivo. El poder para transformar al mundo nace del tiempo secreto en su presencia.

El anhelo de Dios siempre fue tener un pueblo que lo adore en espíritu y en verdad, que arda en su presencia y lleve ese fuego a otros. Hoy somos llamados a ser esa generación: encendida en lo secreto, unida en lo público y establecida en el poder de Su Espíritu para cumplir la gran comisión.

Aplicación:
Hoy dedica un tiempo especial para estar solo con Jesús. Sin música, sin distracciones, sin pedir nada: solo adorarlo. Escríbele una oración de entrega donde declares tu deseo de mantener el altar de tu corazón encendido cada día. Luego, ora por tu misión: que lo que hagas en tu familia, en la iglesia, y en el mundo, sea fruto de haber estado primero con Él.

Oración:
Señor, que nunca se apague el fuego de tu presencia en mi vida. Hazme un altar vivo que arda constantemente en adoración. Enséñame a permanecer contigo antes de correr a hacer tu obra, para que todo lo que emprenda nazca de la intimidad contigo y lleve tu fuego a los demás. Amén.