Un Movimiento De AdoraciónMuestra

Una vida que refleja a Cristo

Atravesando estos días, hemos comprendido que la verdadera adoración no se mide por cuánto cantamos, o cuanto tiempo de música podemos tener en una congregación, sino por cuánto Cristo se ve en nosotros.

El Apóstol Pablo nos recuerda en 2 Corintios 3:2-3, que somos cartas abiertas, conocidas y leídas por todos. Esto demuestra que la vida de los creyentes es un testimonio vivo de la obra de Cristo, que debe ser evidente para todos y ser reconocida como una obra de transformación espiritual.

Existe un principio espiritual profundo y es este: nos convertimos en lo que adoramos. Si adoramos ídolos inertes y sin vida, como la fama, el dinero o el poder, nos volvemos semejantes a ellos: muertos en nuestro espíritu (Salmo 115:4-8). En contraste, cuando adoramos al Dios vivo, somos transformados a su imagen. A medida que contemplamos la gloria del Señor, el Espíritu Santo trabaja en nosotros, y nos hace más parecidos a Él (2 Corintios 3:18).

Un movimiento de adoración nace en lo secreto, se valida con el carácter y se extiende con una vida que refleja a Cristo. La gente puede admirar nuestros dones o talentos, pero será influenciada por nuestro testimonio.

Aplicación:
Haz un autoexamen sincero: ¿Qué mensaje transmite mi vida? ¿Hay algún área en mí que todavía no refleja a Cristo? En oración, y con la palabra de Dios, escribe una lista de acción, y decide dar pasos concretos esta semana para reflejar a Cristo.

Oración:
Señor, que mi vida sea un reflejo de tu amor y verdad. Que quienes me rodean vean a Jesús no solo en mis canciones, sino también en mis palabras y acciones. Amén.