El Arte De ServirMuestra

Tu talento es una semilla

Dios nos ha dado talentos, habilidades y dones únicos. No importa si tu creatividad se expresa cocinando, enseñando, construyendo, diseñando, liderando o ministrando; todo lo que sabes hacer puede ser una semilla con potencial de dar fruto para su Reino. La verdadera pregunta es: ¿estás dispuesto a sembrar lo que Él ha confiado en tus manos?

El talento no se limita a lo extraordinario o llamativo. Puede ser la paciencia para enseñar a los niños, la sensibilidad para escuchar a alguien en crisis, o la iniciativa para organizar una actividad en la iglesia. Cuando esas capacidades se usan en amor y servicio, se multiplican y generan bendición en la vida de otros.

Incluso lo que haces fuera de la iglesia puede convertirse en adoración práctica. Un chef que cocina con excelencia para un evento comunitario, un arquitecto que diseña espacios donde la gente se reúne a orar, o un abogado que asesora con justicia a un ministerio; cada profesión, cuando se rinde a Cristo, se transforma en una herramienta que edifica el cuerpo. Esto nos recuerda que no hay talento pequeño cuando se pone en las manos de Dios.

El primer paso es reconocer lo que tienes y entregarlo. Haz una lista de tus habilidades y busca esta semana una manera concreta de servir con ellas. Aunque pienses que es poco, Dios puede multiplicarlo más allá de lo que imaginas. Como la semilla en la tierra, lo importante no es su tamaño, sino que sea sembrada con fe.

Entregar nuestros talentos no siempre es fácil. Muchas veces el miedo y la inseguridad se interponen. Según un estudio de Adobe, el 75% de las personas ha sufrido bloqueos creativos y, en distintos grados, el “síndrome del impostor” afecta a la mayoría en algún momento, generando dudas incluso después de alcanzar logros. Estas barreras pueden hacernos callar o esconder lo que Dios quiere usar.

A esto se suma la frustración de no vivir plenamente lo que soñamos. En Chile, el 75% de las personas no ejerce la profesión que deseaba de niño, y la mayoría no está satisfecha con su empleo actual. Esa desconexión entre talento y propósito laboral genera desmotivación, pero también nos recuerda algo importante: el lugar donde nuestros dones encuentran plenitud es cuando se alinean al servicio de Dios y de los demás.

No importa tu ocupación, tu nivel socioeconómico, tu nivel de experiencia o la magnitud de tu talento: Dios puede usar cada habilidad para transformar vidas y glorificar su nombre. Aun lo que parece sencillo en tu creatividad, se transforma en algo eterno cuando lo rindes genuinamente. No la escondas ni la subestimes. En las manos del Señor, cada talento se convierte en semilla que florece en bendición y testimonio para muchos.