El Poder De La MenteMuestra

¿En qué debemos pensar o enfocar nuestra mente? La Biblia responde con claridad:
"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Filipenses 4:8 RVR1960).
Este pasaje nos da filtros prácticos que debemos usar intencionalmente para regular nuestros pensamientos. Cada palabra es una pregunta que sirve de criba: ¿Esto que pienso es verdadero? ¿Es justo? ¿Es puro? ¿Es amable? ¿Es digno de alabanza? Si no lo es, entonces no debe permanecer en mi mente.
Cuando tuve mi encuentro con Jesús y experimenté el nuevo nacimiento, dos meses después comencé una de las luchas más intensas de mi vida: la batalla en mi mente. Llegaban pensamientos como en cámara rápida: groserías, vulgaridades, imágenes inmorales y perturbadoras. Cada mujer que veía la imaginaba desnuda. Era aterrador, un río desbordado de ideas y escenas que no podía controlar. Lo más difícil fue que pasaban los días y aquello no se detenía. Sentía que iba a perder la razón, pero a la vez me invadía la vergüenza y el temor al “¿qué dirán?”, lo cual me impedía pedir ayuda.
En medio de esa desesperación abrí mi Biblia y me encontré con un tesoro: "Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo" (1 Corintios 2:16 RVR1960).
Ese versículo me estremeció. Yo pensaba: “¿Cómo voy a tener la mente de Cristo, si lo único que tengo son pensamientos vulgares y depravados?”. Entre lágrimas, le decía al Señor: “¡Esto no es verdad en mí! ¡Mi mente no se parece en nada a la tuya!”. Pero en medio de esa confrontación vino sobre mí una paz inexplicable. Fue allí cuando seguí leyendo y me encontré con otro pasaje:
"Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:3-5 RVR1960).
Esa última parte iluminó mi mente: “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Comprendí que no debía resignarme a lo que pensaba, sino aprender a someter mis pensamientos. Sin darme cuenta, mientras me aferraba a esta verdad, los pensamientos obscenos empezaron a desvanecerse.
La pregunta que me quedó grabada fue: ¿qué significa obedecer a Cristo con mis pensamientos? Esa búsqueda me llevó a investigar sobre la obediencia y, más adelante, sobre el pensar. Aunque la versión Reina Valera 1960 me parecía complicada, Dios me impulsó a usar el diccionario de la Real Academia Española para entender mejor las palabras. Así descubrí que la Palabra de Dios es como un programa de reconfiguración para la mente: una auténtica Programación Neurolingüística del Cielo.
En ese proceso me encontré con otra joya: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado" (Isaías 26:3 RVR1960).
Ese versículo me enseñó dos claves: perseverancia y confianza. Perseverar implica disciplina, constancia y esfuerzo, algo que ya practicaba gracias a la formación de mi madre. Confiar significaba creer en lo que estaba leyendo, aferrarme a la Palabra como la voz viva de Dios. Esa combinación me llevó a experimentar la paz mental que tanto necesitaba.
Desde entonces comenzó en mí la construcción de una mente fuerte y renovada. Claro, sigo siendo humano: me entristezco, me enojo o me deprimo en ocasiones. Pero ahora sé gestionar lo que siento, y en vez de destruirme, cada adversidad me fortalece.
Con el tiempo entendí que Filipenses 4:8 no es solo un consejo bonito, sino un filtro práctico. Cada pensamiento debe pasar por esas preguntas: ¿es verdadero, honesto, justo, puro, amable, de buen nombre, digno de alabanza? Si la respuesta es no, entonces debo rechazarlo. Esa disciplina me mantiene enfocado en lo eterno y en lo que realmente edifica mi vida.
Pregunta para reflexionar:
¿Estoy filtrando mis pensamientos a través de la verdad de Filipenses 4:8, o estoy permitiendo que cualquier idea, imagen o prejuicio ocupe espacio en mi mente?
Oración final:
Señor amado, gracias porque en Cristo me has dado una nueva mente. Enséñame a pensar en lo verdadero, justo, puro y digno de alabanza. Ayúdame a llevar cautivo cada pensamiento a la obediencia a Cristo y a perseverar en ti para disfrutar de tu paz perfecta. Amén.
Este Plan Bíblico está basado en el libro "GOLD - Cambiando La Manera De Pensar y Vivir". Si te gustaría leerlo, encuentralo aquí: https://willingtonortiz.org/libros/
Acerca de este Plan

La vida de Saúl refleja la nuestra, mostrando cómo los pensamientos influyen profundamente en la mente. Él es ejemplo de quienes, al infringir la ley de la mente, terminan prisioneros de apegos insanos, necesidad de validación, complejos, baja autoestima, orgullo, ira, miedo, ansiedad y odio. Este plan nos invita a identificar esas cadenas internas y a buscar la verdadera libertad. Este plan fue creado con motivo de mi libro titulado “GOLD - Cambiando la manera de pensar y vivir”.
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Nos gustaría agradecer a Willington Ortiz por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: willingtonortiz.org