Rescatados Por GraciaMuestra

Día 2: Rescatados para fortalecer a otros

En el aposento alto, Jesús anuncia a Pedro que será zarandeado como trigo. No minimiza la prueba ni idealiza al discípulo; le revela una grieta y le ofrece un sostén: “yo he rogado por ti para que tu fe no falte; y tú, cuando regreses, fortalece a tus hermanos”. Hay aquí una pedagogía del Reino: Cristo no sólo prevé la caída, intercede en medio de ella y la transforma en llamada pastoral.

Pedro niega, llora y es buscado por el Resucitado en la orilla. Allí no recibe un interrogatorio, sino una comisión: “apacienta mis ovejas”. La gracia no borró su historia; la redimió hasta convertir la herida en ministerio. Un corazón restaurado se vuelve manso con los que tropiezan y firme con los que dudan. Ya no sirve desde la autoimagen, sino desde la misericordia recibida.

La intercesión de Cristo sigue vigente. Cuando nos paraliza la culpa o el orgullo, su oración a favor nuestro corta la acusación y reabre el camino del servicio. El enemigo busca que la caída nos encierre; el Señor quiere que el perdón nos envíe. Por eso, la fe auténtica no es impecable, es preservada. Vuelve, aprende y confirma a otros.

¿A quién debes fortalecer hoy? Quizás alguien atraviesa la noche que tú ya caminaste. Tal vez otro necesita una promesa recordada, un café y una oración. En la iglesia, los restaurados se vuelven puentes: prestan esperanza, sostienen rodillas débiles y recuerdan que la gracia de Dios es suficiente.

Aplicación práctica: Identifica dos personas en prueba. Ora por ellas y envíales un mensaje con una promesa bíblica. Ofrece un gesto concreto de apoyo esta semana.