El Encuentro Que TransformaMuestra

2) Todos tenemos un "Antes de Cristo"

El odio de Saulo por los cristianos (Los del Camino, como menciona en la Biblia) era insaciable, generó mucho miedo y dispersión de la iglesia desde Jerusalén a otras partes del mundo.

Saulo era tenaz y decidido, comprometido con su objetivo, organizado y sujeto a sus autoridades, solo que del bando equivocado.

Pablo iba camino a Damasco con una misión: perseguir y matar a los cristianos. Pero Jesús, hace una maravillosa interrupción a sus planes y le encomienda una nueva misión. En un momento clave, Jesús detiene a Saulo con una luz encandilante y una voz que le dijo: “Saulo, Saulo ¿Por qué me persigues?”.

No fue una conversación teológica, ni una explicación extensa. Fue una experiencia directa con el Señor lo que transformó a Saulo desde lo más profundo de su interior.

Así es como Jesús obra muchas veces con nosotros: cuando menos lo esperamos, en medio de decisiones, búsquedas o errores, Él aparece y cambia nuestro rumbo.

Dios no sólo perdonó a Saulo…lo comisionó. No sólo lo limpio de su pasado, sino que le dio un propósito eterno. El pasó de ser perseguidor a ser predicador, de destructor de iglesias a plantar nuevas obras. Su historia es prueba de que Dios puede usar incluso a los más rotos o equivocados.

Así como Pablo tenía un “antes de Cristo”, cada uno de nosotros también lo tiene. Puede que nuestro pasado esté marcado por errores, heridas, malas decisiones o incluso por una aparente religiosidad vacía. Pero lo que define nuestra vida no es lo que fuimos, sino lo que Jesús hace en nosotros. Cuando nos encontramos con Él, nuestra identidad cambia y nuestro futuro se llena de propósito. Hoy, Jesús quiere recordarte que tu pasado no te descalifica; al contrario, puede convertirse en el escenario perfecto para mostrar la grandeza de Su gracia.

Para Reflexionar:

• ¿Estoy permitiendo que mi pasado me limite, o estoy confiando en que Dios puede usarlo para Su gloria?

Oración:

Señor Jesús, gracias porque Tú me encontraste y me diste un nuevo comienzo. No soy definido por mis errores, sino por Tu amor que me perdona y me transforma, y hoy acepto ese perdón. Ayúdame a caminar cada día recordando que tengo una misión en Ti, que mi vida tiene propósito y que nada de mi pasado puede detener lo que Tú has planeado para mí. Úsame, Señor, como instrumento para edificar y extender Tu Reino. Amén.