IdentidadMuestra

La realidad, apreciado lector, es que muchas veces las riquezas se convierten en un estorbo para nuestro crecimiento espiritual y sana relación con el Señor, porque por naturaleza tendemos a aparentar que somos más de lo que realmente somos. Tenemos esa inclinación a mostrarnos más ricos, más sabios o más importantes de lo que en verdad somos. Qué fácil sería reconocer con humildad: “No entiendo esto” o “No tengo dinero para aquello”. Ser auténticos nos libra de tantos perjuicios.
Volviendo a la historia de Zaqueo, recordemos quiénes eran los recaudadores de impuestos. Eran judíos contratados por los romanos para cobrar tributos a su propio pueblo. Trabajaban bajo un sistema en el cual se les asignaba una cuota fija para entregar a Roma, pero tenían la libertad de cobrar más y quedarse con la diferencia. Los romanos imponían impuestos prácticamente sobre todo: las barcas, los peces que atrapaban, las casas, las cosechas. Así que, después de pagar su parte al César, podían quedarse con el resto. No cabe duda de que Zaqueo era un hombre rechazado por su ciudad, pero lo sorprendente es que Jesús no lo miró con esos ojos.
Recuerdo una experiencia en un retiro llamado Salvaje de Corazón. Del ministerio del Dr. John Eldredge, proveniente de Norteamérica. Allí se reunieron hombres de todos los rincones de Colombia. Lo sorprendente de la gracia de Dios fue ver en un mismo lugar hombres de diferentes contextos, personas que en algún momento vivieron realidad carcelaria o estuvieron inmersos en delitos, junto a seminaristas, pastores y líderes locales. Nadie sabía quién era quién hasta el tercer día, cuando algunos compartieron su testimonio y contaron cómo la sorprendente gracia y bondad de Dios los había alcanzado y que el Señor estaba haciendo en sus vidas. Finalmente fui profundamente ministrado, al ver cómo el amor de Dios abre corazones, libera al cautivo y derriba muros de odios y distanciamientos. Y lo más hermoso fue ver que la Palabra de Dios llegó con la misma fuerza tanto para un pastor como para una persona que con un pasado como el que les relate. Pues en la gracia de Dios no existen niveles.
Y pasó lo mismo con Zaqueo; observemos, por ejemplo, cómo Lucas describe a Zaqueo antes de que Jesús lo encontrara. Lo primero que menciona es su estatura: era muy bajo, y por eso tuvo que correr y trepar a un árbol para ver a Jesús. Pero su “pequeñez” no era solo física. Muchos, como Zaqueo, se sienten pequeños en lo profundo de su ser, caminan con la cabeza agachada, cargando vergüenza. Zaqueo tal vez sentía esa vergüenza por haber vendido su identidad de judío al servicio de los romanos; su propia gente lo despreciaba por ello.
Probablemente Zaqueo había sufrido muchas injusticias, y esas mismas injusticias lo llevaron a convertirse en un hombre que también hacía daño a otros. Todos, en algún momento, hemos recibido injusticias en la vida. La pregunta es: ¿qué has hecho tú con las injusticias de tu pasado? La manera en que respondes a ellas determinará si vives como víctima o como alguien libre en Cristo. Dios desea redimir todas las injusticias de tu pasado. Recuerda: si no has perdonado a alguien, esa persona aún tiene poder sobre ti y sigue definiendo tu vida.
Muchos de nosotros tendemos a definirnos por lo que hacemos. Pregúntale a cualquier hombre: “¿Quién eres?”, y lo más probable es que comience a enumerar sus ocupaciones: “Soy ingeniero”, “soy padre”, “soy deportista”. Otros se definen por lo que poseen: “Tengo dinero, casas, automóviles, amigos”. Yo creo que Zaqueo en su momento también era igual, ya que al rechazar sus orígenes, su identidad judía, ahora le definía lo que ganaba y tenía a expensas de lo que obtenía de su servicio a Roma. Pero la verdad es que frente a Dios no te define lo que tienes, lo que haces ni por lo que lo haces. Tu verdadera identidad está en lo que Él dice de ti:
"Y una voz desde el cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él»".
(Mateo 3:17)
Acerca de este Plan

Este devocional reflexiona sobre la identidad a través de la historia bíblica de Zaqueo (Lucas 19:1-10). Expone cómo Jesús transforma la manera en que una persona se ve a sí misma, dándole un nuevo nombre y propósito. Describe el contexto social de Zaqueo, su encuentro con Jesús y el cambio radical que experimenta, pasando de estafador a generoso. El mensaje central es que Dios no nos define por lo que hacemos o tenemos, sino que nos busca, nos conoce plenamente y, por su bondad, nos lleva al arrepentimiento y a una nueva vida.
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