El Otro hermano del hijo pródigoMuestra

El hermano mayor

Generalmente, los hermanos mayores tienen la fama de ser los policías de la familia, los que mandan al frente a los menores. Y a nuestro Señor no se le escapó este detalle cuasi cómico. Al regresar a la casa, su hermano perdido, en lugar de alegrarse, le hace un reclamo a su padre: “Te serví tantos años, te fui fiel, y este pecador hizo lo que quiso ¿y le haces una fiesta?”. Bueno, visto desde su punto de vista, hasta suena injusto, ¿no?

Tal vez seas de los que, desde el día en que se encontraron con Cristo, nunca más trastabillaron; siempre leales, ganando almas, discipulando, congregándose a pesar de todo. Si revisaran su asistencia, hasta se congregaron más veces que el mismo apóstol Pedro a las reuniones de domingo. Realmente eres un ejemplo para la iglesia local.

Hasta que un día vuelve el hermano rebelde. Dios lo toca con su manto de amor en una reunión de oración, se quiebra, y el pastor le da una palabra profética de su llamado a las naciones delante de todos. Tú, el leal, comienzas a sentir cómo te tiembla el ojo. Aunque no quieras, el enojo y la envidia te nacen desde lo más profundo. ¿Conoces alguna historia similar?

La clave está aquí: el hermano mayor también era un hijo pródigo. Estando en la casa, nunca disfrutó del Padre. Solo se limitó a servirle como un empleado, sin sentirse digno de ser llamado hijo. Quería ganarse el favor del Padre. ¡Qué locura!

Mientras tanto, el menor, a miles de kilómetros de distancia, volvió con el corazón al Padre.

Palabra clave

"Hijo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo y todo lo que tengo es tuyo" (Lucas 15:31, NVI).

Reflexión

¿Sientes que has servido por muchos años pero has perdido el disfrute de tu Padre Celestial?

¿Cuándo fue la última vez que te dirigiste a Dios como tu Papito, sin títulos de Señor ni de Rey?

Oración

Querido Papito Celestial, acá estoy de vuelta. Dejo todo lo que estoy haciendo para agradarte y corro a tus brazos de amor. Solo quiero estar contigo, disfrutarte, conocerte, escucharte. Abrázame, Padre; lo necesito. En el nombre de Cristo Jesús.