El Empleado Que Dios Quiere Que SeaMuestra

Día 1

No hay trabajo cristiano y trabajo secular.

En la cultura cristiana existe una idea muy arraigada: que hay un “trabajo cristiano” (ser pastor, misionero, trabajar en una institución cristiana) y un “trabajo secular” (ser albañil, médico, secretaria, trabajar en una institución gubernamental o laica).

Partiendo de esa idea, es prudente recordarnos que, al entregar nuestra vida a Jesús y reconocerlo como Rey y Señor, no debería haber una sola parte de nuestras vidas que no sea transformada por esa gran salvación. Esto incluye nuestro trabajo (Colosenses 3:1–3).

El trabajo dignifica, nos permite desarrollarnos, aportar a nuestros hogares, y nos brinda un sentido de propósito. Siempre y cuando nuestro trabajo esté en armonía con la cosmovisión cristiana: darle honra a Dios con nuestro trabajo (Colosenses 3:23-24). No podemos darle honra a Dios si trabajamos estafando personas, o en actividades delictivas que van en contra de la ley.

Un empleo ordinario puede ser el lugar donde vivas tu fe, donde practiques el servir a otros, cuidar, administrar, ser responsables, un lugar donde puedas amar a tu prójimo.

No importa si es limpiando baños, dirigiendo un equipo regional, manejando un camión, o cuidando niños, tu trabajo es una oportunidad para mostrar a otros el amor de Dios por medio de tu desempeño.

Entonces, ¿qué quiere Dios que entienda hoy sobre mi rol como empleado?

Dios desea que sepas que tu trabajo no es más ni menos importante por no estar en la iglesia, o en un campo misionero, que con tu trabajo de oficina, puedes dar gloria a Dios. Toma como ejemplo a los cobradores de impuestos y los soldados, que, luego de entregar su vida a Dios, no dejaron sus trabajos. Siguieron laborando, pero ahora lo hacían para agradar a su Señor y con un corazón cambiado (Lucas 3:10–14)

Preguntas para reflexionar:

1. ¿Pensaba que mi trabajo no era importante por no estar en un entorno cristiano?

2. ¿Cómo veo mi rol como empleado después de conocer esta verdad?

3. Enumera tres formas en las que puedes honrar a Dios a través de tu trabajo.

Oremos: Señor, gracias por mostrarme que en el lugar que trabajo y en el rol que desempeño puedo glorificarte. Ayúdame a saber cómo puedo servir a otros en mi trabajo, y enséñame tus caminos para no pecar contra ti.