El Misterio ReveladoMuestra

El privilegio de anunciar el misterio

"A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo" (Efesios 3:8 RVR1960).

La gracia de anunciar supera cualquier mérito humano.

Pablo reconoce que anunciar el evangelio no es un derecho adquirido, sino un privilegio inmerecido. Él, perseguidor convertido en apóstol, encarna la gracia que predica (1 Timoteo 1:12-15). El misterio, antes oculto, ahora se abre a todas las naciones: Cristo es accesible a todo aquel que cree (Colosenses 1:26-27). La tarea no es ligera: se trata de proclamar “las inescrutables riquezas de Cristo”, bendiciones espirituales inagotables que transforman la vida presente y la eterna.

En un mundo que mide valor por logros, Dios llama a siervos que dependan de Su gracia, no de su capacidad. La humildad de Pablo no era debilidad, sino fuerza anclada en el evangelio (2 Corintios 12:9-10).

Hoy, cada creyente participa de este privilegio: anunciar, con palabras y vida, la buena noticia que rompe barreras culturales, étnicas y espirituales. Lo que Pablo recibió como encargo apostólico, la iglesia lo recibe como misión permanente (Mateo 28:19-20).

¿Vives la proclamación del evangelio como una obligación pesada o como un privilegio inmerecido otorgado por gracia?