Restaurando La Presencia De Dios en Mi VidaMuestra

Los beneficios de Su presencia

En Su presencia, tenemos acceso a Su rostro, de donde fluyen todos los beneficios y bendiciones que podamos necesitar (Salmos 103:2). Acompáñeme a compartir un extracto de mi libro donde describo esos beneficios, entre los cuales encontramos:

Acceso a la plenitud de Dios

La presencia de Dios es el ámbito de la plenitud, donde todo está completo y provisto. ¡Nada falta! Allí, no solo hay suficiencia, sino sobreabundancia (Salmos 16:11). Si siente carencias, si le falta amor, paz, alegría, propósito, dirección o identidad, en Su presencia hay plenitud de todo eso.

Acceso a Su vida divina

El nombre propio de Dios es “Yo Soy”, que significa “El auto existente, autosuficiente, que tiene vida en Sí mismo, Uno que no depende de nadie ni de nada para existir”. ¡Nada puede morir en Su presencia! Él es la fuente misma de la vida (Proverbios 16:15). Cuando la presencia de Dios se manifiesta, la vida fluye, y lo que estaba muerto, resucita.

Si algún área de su vida está muerta, la presencia de Dios puede resucitarla; ya sea su matrimonio, su salud, su trabajo, negocio o ministerio. ¡Hay vida en Su presencia!

Acceso a Su poder sobrenatural

Dios es tan poderoso que puede hacer cualquier cosa, sin importar lo imposible que parezca, pero el acceso a ese poder sobrenatural está en Su presencia. Es un poder milagroso y explosivo, que produce resultados inigualables y nos empodera para vencer todo lo que es naturalmente imposible (Marcos 10:27).

Acceso a Su paz

“Paz” significa “estar seguro, a resguardo de la furia y la devastación de la guerra” (Filipenses 4:7); testifica del cese de nuestra enemistad con Dios. Cuando Él perdonó nuestros pecados, terminó la guerra con la humanidad, nos limpió con Su sangre y borró nuestras iniquidades.

Ninguna persona tendrá descanso hasta que esté en paz con Dios.

¿Necesita vida en algún área? ¿Necesita un milagro? ¿Tiene algún imposible? ¿Necesita paz en sus emociones o en su espíritu? La presencia de Dios es la respuesta. Ore conmigo:

“Padre celestial, reconozco que necesito Tu presencia, más que el aire que respiro. Necesito que resucites áreas muertas en mí, que me sanes, que rompas la opresión en mi mente, que me des paz. Por la fe en Jesús, entro en la plenitud y la vida de Tu presencia. Muéstrame Tu rostro, Dios, ¡y transfórmame para siempre!”.