Restaurando La Presencia De Dios en Mi VidaMuestra

La necesidad de restaurar la presencia de Dios

Hace unos años, mientras oraba a Dios durante un ayuno, el Señor habló a mi espíritu acerca de la urgente necesidad de restaurar Su presencia en la Iglesia (tanto a nivel local como mundial) en últimos tiempos previos a la segunda venida de Jesús.

¿Qué es la presencia de Dios?

En el Antiguo Testamento, la palabra presencia se traduce del hebreo panim, mientras que en el Nuevo Testamento, se traduce del griego parousía. Ambas palabras tienen un significado similar: rostro, cara, presencia, relación. La presencia de Dios es Su rostro, y estar en Su presencia es estar cara a cara con Él, como lo estuvo Moisés (Éxodo 33:11).

Cuando la presencia de Dios viene a un lugar o persona, es el Señor revelando Su rostro y buscando intimidad.

La presencia de Dios revelada

Como ser omnipresente, Dios está en todos lados, pero Su presencia no se revela en todo lugar. Lo que usted quiere es la revelación de Su presencia en su corazón, en sus oraciones, en su hogar, trabajo o negocio, en sus luchas diarias, en los pequeños asuntos que le quitan el sueño, así como en las grandes crisis que le toque atravesar.

En el versículo de Juan 14:21, la palabra manifestar significa revelar, mostrar o declarar. Es traer algo del ámbito invisible al ámbito visible; del ámbito desconocido al conocido; del ámbito intangible al tangible. Cuando Dios revela Su presencia a nuestros sentidos, experimentamos un encuentro con Él.

¿Cuándo fue la última vez que usted experimentó la presencia manifestada de Dios? ¿Cuándo se reveló el rostro de Dios en sus oraciones? Si nunca ha experimentado Su presencia de manera tangible, le invito a comenzar hoy mismo a buscar esa revelación. Si lo ha hecho, pero no es algo que le ocurra a diario, hoy sus ojos serán abiertos a esta verdad: la presencia de Dios se puede experimentar como un estilo de vida, como la compañía constante del Padre, si hacemos una habitación para Él en nuestro corazón. Si este es su anhelo, ore conmigo:

“Padre celestial, yo anhelo Tu presencia revelada y manifestada, visible y tangible, en mi vida hoy. Me acerco a Ti con fe renovada declarando la promesa escrita en Juan 14:21. Yo Te amo y Te obedezco. Manifiesta Tu presencia en mi corazón, ahora, en el nombre de Jesús. ¡La recibo!”