Cicatrices Que HablanMuestra

Lo que dicen tus cicatrices

Has escuchado historias, has mirado tus cicatrices, has reconocido la gracia de Dios operando incluso en los lugares más oscuros.

Ahora, es momento de detenerte, de silenciar las voces externas y hacer una pregunta sencilla, pero poderosa: ¿Qué dicen tus cicatrices sobre Dios?. No sobre ti. No sobre lo que perdiste o sufriste. Sino sobre Él. Esas cicatrices hablan de su fidelidad, de cómo te sostuvo cuando pensaste que no podías más, de cómo te buscó cuando tú ya no tenías fuerzas para buscarlo.

Jesús no escondió sus cicatrices, las usó como evidencia, como predicación silenciosa y hoy te invita a hacer lo mismo, a dejar que tus heridas sanadas hablen más fuerte que tus palabras.

Preguntas para meditar:

• ¿He visto mis cicatrices como herramientas de testimonio o como cargas silenciosas?
• ¿He dejado que Dios redima mi dolor o lo sigo escondiendo por vergüenza o miedo?
• ¿A quién podría servir o consolar hoy desde la historia de mi sanidad?

Recuerda estas líneas de Pablo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren” (2 Corintios 1:3–4 NVI).

Oración sugerida

Padre de consuelo, gracias por no desperdiciar mi dolor. Gracias por sanar mis heridas y por quedarte cuando todo parecía quebrarse. Hoy te entrego mis cicatrices, mis debilidades, mi historia. Úsalas como tú quieras. Que lo que parecía pérdida se convierta en mensaje de esperanza. Hazme un instrumento de tu consuelo. Amén.