La Gracia Que TransformaMuestra

Esperando con esperanza activa

"Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" (Tito 2:13 RVR1960).

Quien espera en Cristo, vive diferente hoy.

Pablo nos ubica entre dos momentos: la manifestación pasada de la gracia (versículo 11) y la manifestación futura de la gloria (versículo 13). Vivimos “entre apariciones”, y eso define cómo caminamos. La vida cristiana no es sólo retrospectiva (mirar a la cruz), sino también prospectiva (esperar su regreso).

La “esperanza bienaventurada” no es una ilusión, sino una certeza gozosa. Esperamos el retorno de Aquel que ya vino a salvarnos y que vendrá a glorificarnos. Esta esperanza nos purifica, nos orienta, nos levanta. No es pasiva: esperar a Cristo nos motiva a vivir como si viniera hoy.

La gracia nos enseña a esperar y prepararnos para la esperanza bienaventurada. Esa esperanza no es el cielo o gloria, sino Jesús mismo, cara a cara, más cerca que nunca.

Aquí, Jesús es llamado “nuestro gran Dios y Salvador”. Esta es una de las afirmaciones más claras de la divinidad de Cristo en el Nuevo Testamento. Él no es solo nuestro Redentor; es nuestro Rey glorioso. Vivir esperando su venida transforma nuestras prioridades, decisiones y actitudes.

La disciplina de la gracia, según el apóstol, tiene tres resultados – negación, vida, expectativa. – tú ves las tres palabras frente a ti (Spurgeon).

¿Estoy viviendo cada día con la esperanza activa del regreso glorioso de Cristo?