Los VencedoresMuestra

Más poderoso de lo que crees

Dios no comete errores. Cada parte de tu ser, desde tu forma de pensar hasta la historia que llevas a cuestas, fue cuidadosamente diseñada por Él. En un mundo que constantemente busca uniformarnos y hacernos encajar en moldes prefabricados, el mensaje del evangelio rompe con esa lógica: fuiste creado de manera única, con propósito, para un tiempo como este.

Hoy recuerda que no eres una coincidencia en la historia. Eres parte de un ejército espiritual que ha estado combatiendo las tinieblas por generaciones. Tu diseño, tus circunstancias e incluso tus heridas tienen un propósito en este plan eterno. No fuiste llamado a esconderte, ni a vivir desde la inseguridad o el miedo, sino a avanzar con firmeza, como alguien que refleja la gloria de Dios de una manera única e irrepetible.

Cuando entendemos que somos imagen de Dios, nuestra identidad cobra un peso eterno. Ya no dependemos de la validación humana para sentirnos valiosos. Dios nos mira y ve algo bueno, algo útil, algo lleno de potencial. Incluso lo que consideras limitaciones pueden ser las herramientas exactas que Dios quiere usar para impactar a otros.

Pero también hay lucha, porque desde temprano el enemigo intenta sembrar mentiras que distorsionan nuestra percepción: “No eres suficiente”, “No tienes propósito”, “No eres como los demás”. Estas mentiras crean fortalezas internas que nos frenan. Pero hoy es el día para derribarlas, porque la verdad de Dios es más fuerte que cualquier mentira del enemigo.

La Biblia dice que fuimos creados para buenas obras, las cuales Él preparó de antemano. Eso significa que hay caminos trazados especialmente para ti. No necesitas ser alguien más. No tienes que esperar a ser “mejor”. Ya eres parte activa del reino. Ya estás en el campo de batalla espiritual. Ya estás equipado.

Caminar en esa verdad es lo que te hace verdaderamente peligroso para el enemigo. Es lo que te transforma en un Vencedor. Hoy es una nueva oportunidad para creer que eres un instrumento valioso en las manos de Dios, llamado a reflejar su gloria al mundo.

Oración:

Señor, gracias porque me formaste y me colocaste en este tiempo con un propósito divino. Ayúdame a vivir con la certeza de que no soy un error ni un accidente, sino parte de tu gran plan. Derriba toda mentira que me limite, y afírmame en la verdad de que soy mejor de lo que creo porque tú estás conmigo. ¡Amén!

Este contenido ha sido extraído del libro «Los vencedores» por Matt Chandler, publicado por Editorial Unilit. Para más información visita: https://www.editorialunilit.com/los-vencedores. Puedes consultarlo en el siguiente enlace.