Cada Amanecer – Volver al Placer de Su Presencia

¿Hace cuánto no disfrutas tu tiempo con Dios?
No como un deber, no como una lista por cumplir, sino como un encuentro esperado. Cuando nuestra alma ha saboreado la belleza de Su presencia, anhela volver. Cada amanecer se convierte en una nueva oportunidad para encontrarnos con Él, no sólo para hablarle, sino para estar con Él.

La oración no es solo un monólogo, es una conversación. Y en toda conversación saludable, hay espacio para hablar… pero también para escuchar. ¿Cuánto tiempo esperas tú para oír lo que Él tiene para decirte? La oración madura se trata menos de pedir y más de conocer el corazón de Dios.

El ritmo acelerado del mundo nos empuja a correr apenas abrimos los ojos. Pero hay un lugar más urgente que cualquier reunión: la presencia de Dios. Ahí es donde las cargas se aligeran y el corazón encuentra dirección. Ahí es donde recordamos quiénes somos y a quién pertenecemos.

Comenzar el día con Él transforma todo lo demás. No porque la jornada se vuelva más fácil, sino porque nuestro interior se alinea con el cielo. Cuando priorizamos ese espacio de intimidad, lo demás encuentra su lugar.

No hay mejor forma de empezar el día que buscando Su rostro… y esperando en silencio a que Él hable.

Aplicación

✔ Aparta mañana temprano unos minutos exclusivamente para estar con Dios.
✔ Evita comenzar el día con ruido o distracciones; busca un momento de quietud.
✔ Lee un salmo y quédate en silencio unos minutos, dejando que Dios ministre tu corazón.

Preguntas

• ¿Con qué actitud estoy comenzando mis días?
• ¿Qué cosas están robando el primer lugar que sólo le pertenece a Dios?
• ¿Estoy escuchando Su voz o simplemente avanzando por inercia?

Oración

Padre, quiero volver a empezar cada día contigo. Que mis mañanas comiencen no con ansiedad ni prisa, sino con el gozo de saber que Tú estás aquí. Enséñame a valorar tu presencia más que cualquier otra cosa. Quiero encontrarte cada amanecer, y que eso marque el resto de mi día. Amén.