No Perder el Asombro – Permanecer hasta el Final

Con el tiempo, corremos el riesgo de acostumbrarnos a lo sagrado. Lo que al principio nos estremecía, ahora se vuelve rutina. Las palabras que antes nos quebrantaban, hoy apenas nos mueven. Por eso es vital cuidar nuestro corazón y no perder el asombro.

El asombro es señal de un corazón sensible. Es esa chispa que hace que la Palabra todavía nos toque, que la oración aún nos conmueva, y que Su presencia nos impacte como la primera vez. Es una señal de vida espiritual activa.

Y aquí hay un secreto clave: el asombro no se pierde cuando mantenemos un corazón agradecido. Cuando aprendemos a ver la mano de Dios aún en las cosas pequeñas —un nuevo día, una oración contestada, una palabra a tiempo—, nuestro espíritu se mantiene alerta. La gratitud preserva la sensibilidad. El que agradece, valora. Y el que valora, no se acostumbra.

La fe verdadera no es la que comienza con fuerza, sino la que permanece con devoción hasta el final. Mantenernos fascinados con Cristo no depende de emociones pasajeras, sino de una decisión diaria: seguir amando, seguir buscando, seguir creyendo.

Permanecer es amar a Jesús incluso cuando no sentimos lo mismo que antes. Es volver a mirar su cruz con reverencia, su Palabra con hambre, su voz con expectativa. Si perseveramos hasta el fin con el mismo fervor del comienzo, seremos parte de Su gloria.

Aplicación

✔ Haz una pausa hoy para recordar cómo era tu relación con Dios al principio.
✔ Escríbele una nota agradeciendo por lo que ha hecho en tu vida, incluso en lo cotidiano.
✔ Pídele al Espíritu Santo que renueve tu sensibilidad espiritual.

Preguntas

• ¿He dejado que mi corazón se enfríe con el tiempo?
• ¿Qué cosas me están robando el asombro por Dios?
• ¿Estoy permaneciendo con pasión, o simplemente resistiendo por obligación?

Oración

Señor, no quiero acostumbrarme a Ti. Renueva en mí el asombro por tu Palabra, por tu amor, por tu cruz. Ayúdame a permanecer fiel, con un corazón encendido como el primer día. Dame un espíritu agradecido que reconozca tu bondad incluso en los detalles más simples. Quiero amarte hasta el final. Amén.