Extraño AmorMuestra

Día 1: Amor que no se rinde
La historia de cinco Mártires

Texto clave: “Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16 NBV).

Estamos tan acostumbrados a recibir el amor de Dios que se nos ha adormecido el corazón. Vivimos en una cultura donde todo es rápido, desechable y condicional. Incluso en el ministerio, nos rendimos cuando duele.

Pero el amor verdadero no se rinde. El amor de Cristo no se bajó de la cruz. ¡Ese es el amor al que hemos sido llamados!

Historia real: En 1956, en la selva del oriente ecuatoriano, cinco jóvenes misioneros estadounidenses se propusieron algo que para muchos era una locura: compartir el amor de Jesús con una de las tribus más aisladas y violentas del mundo —los Huaorani, conocidos entonces como "Aucas", que significa "salvajes".

Jim Elliot, Nate Saint, Ed McCully, Peter Fleming y Roger Youderian sabían el riesgo. Habían escuchado historias de ataques, de lanzas, de muertes. Pero algo más fuerte que el miedo los movía: el llamado de Dios. Su pasión por alcanzar a los que nunca habían escuchado el Evangelio los impulsó a prepararse, orar y planificar durante meses lo que llamaron la “Operación Auca”.

Usaron un pequeño avión para dejar regalos y mensajes en su idioma, mostrando paz. Finalmente, aterrizaron junto al río Curaray, esperando establecer contacto. Al principio, todo parecía ir bien. Pero, trágicamente, en enero de 1956, fueron atacados con lanzas y asesinados.

Hasta aquí, uno podría pensar que la historia termina en derrota. Pero no.

Años después, las esposas y familiares de los misioneros —especialmente Elisabeth Elliot (esposa de Jim) y Rachel Saint (hermana de Nate)— regresaron a esa misma selva, a esa misma tribu, y les enseñaron el perdón, la Biblia y el mensaje de Cristo. Muchos Huaorani, incluyendo algunos de los mismos que asesinaron a los misioneros, se convirtieron al Evangelio. Uno de ellos, Mincaye, incluso llegó a viajar a otros países testificando del amor y el perdón que encontró en Jesús.
Esta historia no es solo un relato misionero… es un llamado a amar hasta que duela.
Es un testimonio de que el amor de Cristo rompe cadenas, incluso aquellas marcadas por la violencia, el miedo y la muerte.
Es un reto a perseverar cuando no vemos resultados inmediatos. A sembrar aunque parezca que todo se perdió.
Dios sigue escribiendo historias eternas a través de nuestra obediencia.

Acción del día: Pide a Dios que te muestre a quién debes seguir amando, aunque duela.