Jesús "El Hijo De Dios"Muestra

Los Milagros de Jesús – Manifestaciones de su poder y amor

Durante su ministerio en la tierra, Jesús realizó más de 40 milagros registrados en los Evangelios. Estos milagros no sólo demostraban su poder, sino que también revelaban su compasión y autoridad divina.

En la cultura judía del primer siglo, la enfermedad y la discapacidad eran vistas muchas veces como consecuencia del pecado. Los enfermos y leprosos eran marginados, y los endemoniados eran considerados impuros. Jesús desafió estas creencias, acercándose a los rechazados y sanándolos con amor.

Los milagros de Jesús se pueden clasificar en varias categorías:

• Sanidades (curación de ciegos, paralíticos, leprosos)
• Liberaciones (de personas poseídas por demonios)
• Milagros sobre la naturaleza (calmar la tormenta, caminar sobre el agua)
• Resurrecciones (Lázaro, la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naín)

Uno de los milagros más impactantes fue la resurrección de Lázaro (Juan 11:1-44). Jesús esperó cuatro días antes de ir a Betania, demostrando que su poder sobre la muerte era absoluto. Cuando llegó, declaró: Yo soy la resurrección y la vida, mostrando que su autoridad iba más allá de la sanidad: Él tenía poder sobre la vida misma.

Los milagros de Jesús no fueron sólo actos sobrenaturales, sino señales del Reino de Dios. Cada sanidad, cada liberación y cada resurrección apuntaban a la restauración completa que Dios traerá. Aquí te dejo unos ejemplos, de dos milagros:

La mujer con flujo de sangre y la del paralítico que descendió por el techo— nos confrontan con una verdad poderosa: cuando la fe se vuelve desesperada, se vuelve imparable.

La mujer, marginada por doce años, no tenía derecho a tocar a nadie, mucho menos al Maestro. Pero su fe la empujó a atravesar la multitud y tocar el borde del manto de Jesús. No pidió permiso, no esperó ser llamada. Su fe silenciosa gritó más fuerte que cualquier obstáculo. Así también nosotros, en medio de nuestras heridas, vergüenzas o rechazos, podemos acercarnos a Jesús con una fe que no necesita palabras, solo decisión.

El paralítico, por su parte, no podía llegar por sí mismo. Pero sus amigos rompieron el techo para bajarlo ante Jesús. Esa imagen es un llamado a rodearnos de personas que nos eleven cuando no podemos caminar, y también a ser nosotros quienes carguemos a otros cuando su fe flaquea. A veces, la sanidad llega cuando alguien más cree por ti.

Ambos relatos nos enseñan que la fe que actúa, que se mueve, que rompe barreras físicas y sociales, es la fe que toca el corazón de Dios. Y cuando tocamos a Jesús —aunque sea solo el borde de su manto—, todo cambia.

Para nosotros hoy, los milagros de Jesús nos enseñan que:
Dios tiene poder y toda la autoridad sobre cualquier circunstancia
Su amor es incondicional, alcanzando a los marginados
La fe es clave para recibir su obra en nuestra vida.

Jesús no solo sanó cuerpos en el pasado; sigue restaurando vidas hoy. Así como levantó al paralítico, da fuerza a quienes están paralizados por el miedo, la culpa o el dolor. Así como abrió los ojos de los ciegos, también abre nuestros ojos espirituales para ver la verdad, el propósito y la esperanza. Así como resucitó a los muertos, Él revive corazones apagados, sueños olvidados y almas que se sienten perdidas. Dejando nuestra antigua manera de vivir, para resucitar como nuevas personas. Y así como sanó a los enfermos, también toca nuestras heridas más profundas: las del alma, las del pasado, las que nadie ve.

Jesús no ha cambiado. Su poder sigue siendo real, su compasión sigue siendo infinita, y su presencia sigue siendo cercana. Solo basta acercarnos con fe, como aquellos que rompieron techos o tocaron su manto, para experimentar que Él sigue obrando milagros en nosotros.

Jesús sigue obrando hoy. Aunque no siempre vemos milagros físicos, su poder transforma corazones, restaura vidas y nos da esperanza.

Reflexión

1. ¿Cómo los milagros de Jesús fortalecen tu fe en su poder?
2. ¿Has experimentado el amor y la restauración de Dios en tu vida?
3. ¿Cómo puedes vivir con la certeza de que Jesús sigue obrando hoy?