Conociendo a DiosMuestra

Conociendo a Dios en medio de la adversidad “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.” (Job 42:5)
Uno de los misterios más profundos de la vida cristiana es cómo, en medio del sufrimiento, llegamos a conocer a Dios de una manera más real y cercana. Hay verdades sobre Dios que solo se aprenden en - el valle de sombra de muerte- , cuando la luz parece haberse apagado y lo único que nos sostiene es Su presencia. Hoy exploraremos cómo las pruebas, lejos de alejarnos de Dios, pueden acercarnos más a Su corazón.
La Biblia nos habla de Job, quien era un hombre “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1). Tenía una vida ejemplar: una familia grande, muchas posesiones y una buena reputación. Sin embargo, en tan solo tres días lo perdió todo, perdió sus bienes, a sus hijos y su salud. Desde nuestra perspectiva humana, era un desastre inexplicable.
Lo que más impacta de la historia de Job no es solo su sufrimiento, sino lo que ese sufrimiento produjo en su relación con Dios. Durante más de 30 capítulos del libro, Job clama, pregunta, duda, se lamenta… pero nunca deja de buscar a Dios. Al final, cuando Dios se le revela, Job dice algo extraordinario: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”.
¿Te das cuenta? Job conocía de Dios, hablaba de Él, creía en Él… pero fue en medio del dolor que lo conoció de verdad.
La pregunta en este punto es: ¿Por qué Dios permite que lo conozcamos en el dolor?
A veces Dios permite el dolor no como un castigo, sino como una invitación. Cuando todo está bien, es fácil distraerse, vivir de la rutina espiritual y conformarse con una fe superficial. Pero en la adversidad:
- Nos volvemos más receptivos: Nuestro corazón se vuelve sensible a lo eterno. Preguntamos, lloramos, buscamos, y en esa búsqueda Él se revela (Sal. 18:6).
- Dios se muestra como nuestro sustentador: No solo como Creador o Salvador, sino como el que consuela, sostiene, guía, provee (Sal. 23:1-6)
- Aprendemos a depender completamente de Él: En la escasez, confiamos; en la enfermedad, oramos; en la pérdida, nos rendimos (Fil. 4:12).
Tal vez a estas alturas te preguntes: ¿Cómo poder conocer a Dios en medio de mi prueba?
Querido lector, hoy, más que nunca, Él está cerca. No es casualidad que estés leyendo esto. Dios quiere revelarse a ti, no como alguien distante, sino como un Padre presente en la tormenta. Por tanto, no huyas del dolor: llévalo a Dios. En lugar de permitir que el sufrimiento te endurezca el corazón o cuestione su amor, abre tu alma delante de Él. Dios no teme tus preguntas ni tus lágrimas. Pregunta, pero también medita en las promesas de la Palabra.
Hay versículos que solo cobran sentido cuando los vivimos. Isaías 43:2 dice: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo (…)”. No dice “si pasas”, sino “cuando pases”. Su presencia está garantizada.
Y finalmente, permite que el sufrimiento ocasione que tu fe se profundice. No desperdicies tu dolor. Permite que te lleve a una fe más firme, una adoración más pura, y una confianza más completa.
Acerca de este Plan

Conocer a Dios no es solo una meta espiritual elevada; es el llamado central de nuestra existencia. Desde el principio, Dios se ha revelado a la humanidad con el anhelo profundo de tener una relación íntima y transformadora con nosotros. No se trata solo de saber que Dios existe, sino de comprender quién es Él, cómo actúa y qué desea para nuestras vidas.
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Nos gustaría agradecer a Conociendo a Dios por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: myjourney.es.jesus.net