Conociendo a DiosMuestra

Las Escrituras enseñan en Jeremías 9:23-24: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Más alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.”
Querido lector, el ministerio del Profeta Jeremías se desarrolló durante un periodo turbulento para el Reino de Judá, alrededor del siglo VII a.C., justo antes del exilio babilónico. Jeremías fue llamado por Dios para servir en una época en que la nación se encontraba en decadencia espiritual, política y social. La idolatría, la corrupción de los líderes y la falsa confianza en el templo y en las alianzas humanas llevaron a una profunda crisis.
Y justo este pasaje aparece en un contexto donde Dios, a través de Jeremías, denuncia la falsa seguridad del pueblo. Ellos confiaban en sus capacidades humanas y en sus recursos terrenales, mientras descuidaban su relación con Dios y la justicia social.
“No se alabe el sabio en su sabiduría…”
Por medio de la profecía de Jeremías, Dios reprende la arrogancia de los intelectuales, guerreros y ricos. Estos grupos eran símbolo del poder humano en la sociedad: el sabio representaba el conocimiento, el valiente la fuerza militar y el rico el poder económico. Pero a los ojos de Dios, todos ellos estaban vacíos porque no tenían una relación genuina con Él.
Como quien dice: “…mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme…”
Este fragmento es central en la teología bíblica: el verdadero motivo de orgullo no está en lo que el ser humano posee o sabe, sino en conocer a Dios. “Entender” y “conocer” aquí no son meramente intelectuales, sino experienciales —una relación íntima con el carácter de Dios.
Porque el conocimiento que trasciende es el de la misericordia del Señor: “… Yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra…
Dios constantemente nos desafía a no basar nuestra identidad en títulos, logros o posesiones; aunque son importantes, no pueden ser lo más primordial. Nos llama a vivir una vida centrada en poderle conocer y relacionarnos con Él.
Escrituras
Acerca de este Plan

Conocer a Dios no es solo una meta espiritual elevada; es el llamado central de nuestra existencia. Desde el principio, Dios se ha revelado a la humanidad con el anhelo profundo de tener una relación íntima y transformadora con nosotros. No se trata solo de saber que Dios existe, sino de comprender quién es Él, cómo actúa y qué desea para nuestras vidas.
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Nos gustaría agradecer a Conociendo a Dios por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: myjourney.es.jesus.net